Por décadas la Universidad Autónoma de Hidalgo (UAEH) ha sido secuestrada por un grupo, cuyos antecedentes delincuenciales han quedado grabados en la memoria periodística. Porros, eso es lo que eran los ahora mandamases de la casa de estudios, esos que desde hace unos días han emprendido una campaña para defender lo que ellos llaman autonomía y que ha perpetrado a personajes como Gerardo Sosa Castelán, sus hermanos y amigos como administradores únicos del patrimonio universitario.

¿Quién les cree?, para empezar. Sólo los que se benefician de una universidad que por más que presuma no son lo que dicen; no puede egresar alumnos que sepan colocar puntos y comas, leer de manera funcional o enfrentarse a los retos de un país cada vez más competitivo, una universidad que por más obras y edificios se ha convertido, desde hace muchos años, en una máquina de egresar desempleados. ¿Quiénes pelean por esa autonomía?, los mismos subalternos y amigos del poder en la universidad.

¿Qué esconde la universidad? ¿Empresas “universitarias” mediante las cuales se lava dinero? El descaro de Sosa es inconmensurable, pues además de controlar la Fundación Universitaria, administradora de muchos bienes de la UAEH, ha utilizado el dinero que debe destinarse a la educación en pro de sus intereses políticos. Primero se gastaba el dinero de la UAEH en el PRI, luego en el PAN, en sus proyectos de crear un partido y ahora en Movimiento Ciudadano. Ha hecho a su hermano diputado local y federal, dirigente de un partido.

¿Quién le cree a la UAEH?, si por años ha mantenido secuestrada la educación para un fin que nunca sucederá, que Gerardo Sosa sea gobernador. Ese sueño, hace mucho se esfumó.