Hace unos días me enteré, por medio de las redes sociales, que cierto grupo de personas encabezadas por un tal Tacho Zúñiga, allanó la propiedad del profesor Felipe Trejo López, el cual funge como presidente del Partido Revolucionario Institucional en Tlahuiltepa, Hidalgo.
Cabe resaltar que el profesor Trejo López es toda una institución en su municipio y en su partido político, el Revolucionario Institucional, asistiéndole el ejercicio de libertad política, según la Constitución Política de nuestro país.
Los hechos ocurrieron la noche del pasado 13 de mayo del año en curso, en el domicilio de Trejo López. El famoso Tacho Zúñiga y su gente, al más viejo estilo caciquil, le reclamaron por su trabajo en el PRI y le “aconsejaron” que ya no siguiera promoviendo el voto a favor del candidato municipal de Tlahuelilpan, profiriendo amenazas de muerte, amén de tundirlo a golpes, dejándolo mal herido.
Sin lugar a dudas, una de las discrepancias que el hombre ha sostenido con el hombre es el ejercicio del poder. El poder éticamente hablando es bueno, ya que coadyuva con los débiles, necesitados y marginados, en sus mejoras de carácter social. Pero en manos de estos forajidos va en detrimento de las clases más vulnerables y no vulnerables.
Al día siguiente, como era de esperarse, Tacho Zúñiga y sus secuaces huyeron de la zona, dejando de manifiesto que son unos vulgares pávidos. La pregunta es: ¿Quién es Tacho Zúñiga? ¿Por qué golpeó al presidente del PRI municipal de Tlahuiltepa? Porque déjeme decirle que nadie actúa por su propia mano, sin ningún objetivo específico.
Zúñiga y su gente son miembros activos del Partido Nueva Alianza, y tal parece que la propuesta política de PNA en Tlahuiltepa, en esta ocasión, es llegar a gobernar a base de golpes y amenazas en contra de aquellos que no comulgan con sus sagrados ideales.
Lo más grave de este hecho es que no es un acto aislado. Seguidores de Reginaldo González Viveros, quien es el candidato de Nueva Alianza para contender por el ayuntamiento de Tlahuiltepa, simultáneamente también andan armados “haciendo proselitismo”.
Los nombres de Samuel Rangel y Jobito Sánchez ya son comunes en Acapa, pues andan armados amedrentando a los ciudadanos. Lo mismo ocurre en la comunidad de Xilocuatitla, con Octavio Martínez; en Buenavista el que amenaza es Lucio Carbajal; en la comunidad de Tlaxcantitla, el exsíndico procurador Basilio Martínez Cruz se las gasta solo a base del cuidado conmigo.
Desde luego que la cabecera municipal de Tlahultiepa no se puede quedar atrás con Raúl Rivera Santana, el cual anda haciendo de las suyas a favor de su candidato, Reginaldo González.
¿Qué particularidad tienen en común estos individuos? Que andan armados en pleno ejercicio electoral, causando pánico, terror con sus amenazas, de que si no obtiene el triunfo Nueva Alianza, se las verán después de las elecciones; amenaza que ha difundido Tito Ballesteros Ponce, acompañado de Asael Cruz Trejo, Manuel Solís Solís y Malaquías Martínez Cruz.
Estamos en época electoral. Las contiendas políticas son variadas y todos tenemos derecho de apoyar a tal o cual candidato de nuestra confianza. No olvidemos que el voto es libre y secreto y nadie puede ni debe de coartar ese derecho, por muy Tacho Zúñiga o Tito Ballesteros.
Hidalgo es uno de los estados de la República que goza de una verdadera paz social. Este tipo de eventos y actos de barbarismo político empañan a nuestra entidad.
La Sierra Alta de Hidalgo y concretamente el municipio Tlahuiltepa, goza desde hace más de 26 años de paz y desarrollo social. Que las autoridades encargadas de conocer este tipo de arbitrariedades no permitan que crezcan y, sí, que pongan de una vez por todo fin a estos actos.
Quod, dixi, dixi: Antonio Leonart Ballart asumió una nueva responsabilidad. Enhorabuena, funcionarios trabajadores, carismáticos, honestos y leales a la sociedad necesita nuestro Hidalgo.
