No es fácil salir del clóset. Los homosexuales pasaron siglos ocultos y con miedo. La sociedad los discriminaba, despreciaba, agredía. Se les consideraba inmorales o enfermos. Sigue habiendo discriminación en México y otros países; pero, como bien lo demostró la marcha del orgullo gay de este sábado 24 de junio, incluso en este país machista los homosexuales han empezado a perder el miedo.
La homosexualidad se remonta a la antigüedad más remota. Algunas figuras del mesolítico, de entre 9500 y 5000 a.C., encontradas en Sicilia representan a parejas homosexuales. Hay pinturas sobre roca del grupo san de Zimbabwe del 8000 a.C. con temas homosexuales. El neolítico, cuando comienzas las comunidades sedentarias y la agricultura, también nos ha dejado vestigios artísticos de prácticas homosexuales.
Algunas sociedades antiguas prohibieron las relaciones homosexuales. El Levítico, uno de los libros sagrados de los judíos, escrito entre los siglos VI al IV a.C. y que aún forma parte de la Biblia, advierte: “No te echarás con varón; es abominación” (18:22). El mismo señalamiento, sin embargo, significa que la práctica era común. Alrededor del 486 a.C. Darío I de Persia decretó el primer castigo registrado para la homosexualidad masculina: la pena de muerte.
En El banquete de Platón del 385 a.C., sin embargo, Fedro defiende la pederastia: “No hay mayor ventaja para un joven que tener un amante virtuoso, ni para un amante, que amar un objeto virtuoso.” Aristófanes, a su vez, explica el amor homosexual como algo natural: “Las mujeres que vienen de las mujeres primitivas aman a las mujeres. Los hombres que provienen de los hombres primitivos aman a los hombres.”
La idea de que la homosexualidad es un fenómeno nuevo es falsa. Tampoco es producto de una sociedad permisiva. Si bien ha habido momentos de represión en la historia, el comportamiento no ha desaparecido nunca.
Los gays mexicanos sufrieron tanta o más represión que los demás. La cultura católica y el machismo fueron factores para ello. Una vez que los homosexuales mexicanos han empezado a salir del clóset, sin embargo, lo han hecho con entusiasmo y alegría. En muchas ciudades del mundo hay marchas de celebración de la comunidad homosexual. En Madrid se lleva a cabo una, muy animada, quizá la más nutrida del mundo, el primer sábado de julio. La de la Ciudad de México, sin embargo, no se queda atrás en colorido o entusiasmo.
Como siempre, hay cuestionamientos. La marcha no sólo paraliza el Paseo de la Reforma, como ocurre con tantas otras manifestaciones, sino que bloquea carriles centrales y laterales. Esto hace imposible el acceso a quienes vivimos en el camino. En el nuevo militantismo de lo políticamente correcto, por otra parte, ha surgido un alto sacerdocio dogmático. Ya no permite, por ejemplo, hablar de los derechos de los homosexuales o los gays. Demanda protección a los derechos del colectivo LBGTTTI. más las iniciales que se añadan esta semana.
Supongo que no soy políticamente correcto. Exijo el derecho de cualquiera a amar a quien quiera y a compartir su cuerpo con quien se le antoje. Considero que las leyes de adopción no deben discriminar ni por género ni por preferencia sexual. Pero creo también que cualquier persona debe respetar a los demás. En cuanto a la demanda de proteger los derechos del colectivo XGJBLRS, o como se le llame hoy, me pronuncio simplemente por el respeto al derecho de todos a tomar sus decisiones. Los derechos deben ser universales.
Doble moral
La FIFA tiene una moral muy curiosa. Por una parte, prohíbe el grito “Ehhh.” de los fanáticos mexicanos, pero otorga la Copa del Mundo de 2018 a Rusia, pese a su ley contra la “propaganda homosexual”, y la de 2022 a Qatar, donde los actos homosexuales se castigan con cárcel.
