Crisis y el deseo de bipolaridad
 
Hace (79) meses
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El que diga que lo predijo, está mintiendo: ni el más optimista de los economistas ni el funcionario de Hacienda más fiel lo previó. Contra todo pronóstico, la economía mexicana creció tres por ciento en el segundo trimestre de este año (abril-junio), el crecimiento más alto para un trimestre en lo que va del sexenio y la perspectiva es que se mantenga la tendencia hacia el final del año. Es una extraordinaria noticia, tan buena que preferimos no creerla y no cacaraquear el huevo, no vaya a ser que se rompa en el festejo.
El problema no sólo es que nadie pudo predecirlo, estas sorpresas siempre serán bienvenidas, sino que la mayoría de los mexicanos simplemente no lo cree. La encuesta de GEA-ISA levantada justamente en en junio revela que los mexicanos estamos en otro canal: dos de cada tres adultos creen que este país está en crisis, así de claro. Tiene mucho que ver, por supuesto, con el desgaste de la palabra crisis: hoy todo problema es una crisis y todo cambio de humor es bipolaridad. Dice un amigo que le encantaría que su suegra fuera bipolar, para conocerle ratos buenos.
Más allá de que nos gusta llamarle crisis a todo alza del aguacate y descompostura de un camión, la misma encuesta revela que el pesimismo respecto al comportamiento de la economía creció fuertemente en un año: pasó de 39 por ciento a mediados de 2016 a 66 por ciento en junio de 2017.
Peña Nieto diría que la crisis está en la cabeza y es probable que tenga razón, pero no por los motivos que él sospecha. Esto es, no es porque los medios se la pasen hablando mal y envenenando la virginal cabeza de los mexicanos, sino porque la percepción sobre el desempeño de la economía está influenciada por otros factores: la violencia, la corrupción y la evaluación gubernamental. 42 por ciento de los mexicanos considera que su colonia hoy es más violenta. El mismo porcentaje piensa que hay mayor corrupción y 44 por ciento se dice afectado directamente por la ésta. El descrédito del gobierno del presidente, según la misma encuesta, está en el peor nivel de los últimos 15 años, sólo dos de cada diez mexicanos aprueban la gestión de Peña, muy por debajo de los peores momentos de Fox y Calderón que rondaban 40 por ciento de aprobación (la más reciente encuesta de El Universal ubica a Peña en 28 por ciento de de aprobación, tres puntos arriba de la encueta de mayo).
Dicen los encuestadores que lo que realmente mueve la percepción sobre el desempeño de un presidente es la economía. Los mexicanos no parecen haberse enterado aún o les da igual. O quizá, como mi amigo con su suegra, los mexicanos esperan que el gobierno sea bipolar, a ver si le encuentran el lado bueno.

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