El costo de la permisividad
 
Hace (92) meses
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Mi buen amigo, el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, define permisividad como “tolerancia excesiva” y, frente a la Coordinadora de Trabajadores de la Educación (CNTE) y otros grupos desestabilizadores, los gobiernos federal y los de algunos estados han actuado con una tolerancia excesiva al permitir que maestros que no quieren enseñar y otros revoltosos bloqueen, con la mayor de las impunidades, carreteras, avenidas, aeropuertos y, ahora, vías ferroviarias.
La permisividad de nuestras autoridades federales y locales ha quedado en evidencia una y otra vez.
Para protestar contra lo que llamaron el fraude electoral de la elección presidencial de 2006, del 30 de julio al 15 de septiembre de ese año el Peje López y sus huestes bloquearon el Paseo de la Reforma, Av. Juárez y Av. Madero, desde la Fuente de Petróleos hasta el Zócalo de la Ciudad de México. Ni el gobierno del Distrito Federal, entonces en manos del empleado del tabasqueño Alejandro Encinas, ni el Federal comandado por Vicente Fox, levantaron un dedo para desmantelar los 47 campamentos que se instalaron en las calles mencionadas y la principal plaza del país.
Durante los 48 días que duró el bloqueo, los habitantes de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México perdieron incontables horas de sus vidas para ir de un lugar a otro en la de por sí conflictiva ciudad, horas que ni Dios Padre les devolverá nunca. Un número indeterminado de personas fallecieron a bordo de ambulancias que quedaron varadas en los congestionamientos viales causados por los berrinches del tabasqueño.
De acuerdo con la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco), los 32,000 negocios ubicados en Paseo de la Reforma perdieron 203 millones de pesos en ventas durante cada día que duró el bloqueo. Es decir, poco más de 9,700 millones de pesos o casi 900 millones de dólares de aquel entonces.
Ese fue el costo generado por una de las ocurrencias del demagogo y la permisividad de los gobiernos de Fox y Encinas.
El 7 de julio pasado, el valioso comentarista de mi programa de radio y TV y Director General Editorial del periódico defeño El Economista, Luis Miguel González, escribió que “Un día de marchas y plantones cuesta 5 millones de pesos en Guerrero; 8 millones en Morelia y alrededor de 60 millones de pesos diarios en la Ciudad de México… La Concanaco estima las pérdidas por manifestaciones en 7,500 millones de pesos, en cinco estados… En Oaxaca las pérdidas ya superan los 1,700 millones de pesos… En Chiapas, los bloqueos cuestan 1 millón de pesos diarios a los comerciantes de Tuxtla Gutiérrez y más de 2 millones a los de San Cristóbal”.
Algún día alguien que tenga el tiempo y la paciencia calculará lo que las marchas, bloqueos y plantones le han costado a la economía nacional desde 2006. A esta cifra deberá añadir el valor de los miles de empleos perdidos, el de las inversiones no realizadas, y el costo de la propiedades públicas y privadas que han destrozado durante los últimos años los manifestantes de la APPO, de las diversas secciones de la CNTE, de los 400 Pueblos, de Antorcha Campesina y de tantas otras organizaciones que han aprovechado de la permisividad de nuestros gobernantes miedosos y timoratos que bajo el pretexto de querer buscar soluciones por la vía del diálogo prefieren no utilizar la fuerza del Estado y correr el riesgo de volverse más impopulares.
El país enfrenta problemas económicos graves y la permisividad le está costando miles de millones de pesos a los mexicanos.

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