Todos quisiéramos tener un departamento en Miami. O en Nueva York, o en San Antonio, Texas. Adquirir una propiedad es siempre una satisfacción, y si se puede hacerlo en una ciudad de primer mundo, pues mejor. Por eso no me extraña que la presidenta nacional del Partido de la Revolución Democrática, Alejandra Barrales, haya comprado un departamento en Florida. Si tiene el dinero para ello, puede hacerlo sin cometer un delito.
¿Por qué entonces tanto escándalo en torno a la dirigente nacional del PRD? Simple y sencillamente porque Barrales no es transparente. Primero se le olvidó anotar su propiedad en la declaración patrimonial conocida como 3 de 3; y segundo, porque no ha explicado cómo juntó el dinero para dar un enganche de casi 700 mil dólares en efectivo, algo más de 10 millones de pesos de hace un par de años.
Ser político o funcionario tiene sus bemoles. No se trata simplemente de llegar al cargo y ya. Todos tienen la obligación moral de dar a conocer sus bienes y cómo se hicieron de ellos. Esto porque todos manejan dinero público y es necesario que sean responsables de sus ingresos, y que puedan dar cuenta de ellos. Y si tienen otros ingresos, deben de darlo a conocer. No se vale ya que los funcionarios o políticos justifiquen sus gastos aduciendo herencias o, como algunos, que se ganaron la lotería.
Ser funcionario o político no debe de ser sinónimo de pobreza, pero sí de transparencia. Si algún político no quiere dar a conocer cómo se hace de dinero, entonces que renuncie al cargo y se dedique de tiempo completo a la vida empresarial; así no tendrá que dar cuentas a nadie.
Alejandra Barrales se defiende y dice que esa propiedad ya había sido declarada públicamente, y que en el caso de la 3 de 3 hubo un error. Tal vez. Pero lo importante ahora es que explique cómo hizo para juntar para el enganche. Si lo hace de manera satisfactoria, entonces podrá disfrutar sin remordimientos de su departamento en Miami.