El valemadrismo de Trump
 
Hace (86) meses
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Los casi 63 millones de estadunidenses que votaron por Donald Trump lo hicieron porque de alguna manera el neoyorquino encarnó la gran esperanza blanca capaz de restarle influencia y poder a los otros grupos étnicos que mayoritariamente apoyaban a Clinton. 58 por ciento de los votantes blancos, que a su vez representan 70 por ciento del total de los votantes, sufragaron por él.

Otra razón que explica la victoria del racista y sexista neoyorquino es la creciente ignorancia de los estadunidenses.

Por ejemplo, una encuesta realizada en julio de 2014 por el Centro Annenberg de Políticas Públicas de la Universidad de Pennsylvania descubrió que sólo 36 por ciento de los estadunidenses puede nombrar los tres poderes de su gobierno, y que sólo 35 por ciento puede mencionar correctamente a uno de los poderes. Además, que más de la mitad no sabe qué partidos políticos controlan a cada una de las dos cámaras legislativas.

Otro estudio, realizado en 1999 por Gallup, reveló que casi 20 por ciento de los estadunidenses opina que el Sol da vueltas alrededor de la Tierra, que 24 por ciento no sabe que Estados Unidos se independizó de Inglaterra, mientras que 40 por ciento cree que el hombre fue creado por Dios hace 10 mil años en su actual forma, es decir que no creen en la evolución.

Ser blanco, apelar al racismo que todos tienen dentro y demostrar que no hay que ser una persona de gran cultura o educación para triunfar en la vida fue la combinación que le permitió crecer a Trump ante los ojos de quienes votaron por él. Alguien escribió que el neoyorquino supo hacerse atractivo para quienes fracasaron en el sistema educativo de su país.

Y tan bien lo hizo el neonazi del extraño peinado que durante su campaña se burló una vez tras otra de quienes han realizado un esfuerzo intelectual para llegar a ser algo en la vida. Por ejemplo, se mofó de los generales, que en Estados Unidos usualmente son personas con impresionantes credenciales académicas, y ridiculizó a los periodistas más prestigiados que distan de ser impreparados.

Sin esforzarse mucho, el entonces candidato demostró no saber mucho de los asuntos que alguien en su puesto debe conocer y entender. ¿Que Estados Unidos tiene el Ejército más poderoso y cada año gasta en sus fuerzas armadas más que los nueve países que le siguen en gastos militares? ¡No importa! Él afirmaba y afirma que el poder bélico estadunidense ya no sirve para nada y los ignorantes le creen. ¿Que los índices de criminalidad han descendido durante los últimos años? ¡Tampoco importa! Él dice que han aumentado y los ignorantes le creen. ¿Qué las cifras económicas indican una mejoría de la economía de su país? ¡Eso es falso! Él asegura que están manipulados los números sin ofrecer prueba alguna de ello.

Y sus mentiras, versiones alternas de la realidad y exageraciones, las dice con tal desparpajo, con tal valemadrismo que los ignorantes le creen a pies juntillas porque erróneamente se consideran capaces de detectar fácilmente a un mentiroso.

El valemadrismo e ignorancia que algunos encuentran tan atractivos en el presidente de Estados Unidos quedó otra vez en evidencia el miércoles, durante la conferencia de prensa que ofreció junto con el primer ministro de Israel, y ayer, durante la conferencia de prensa en la Casa Blanca.

Ese valemadrismo es de dar miedo.

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