Entre el miedo y la tozudez de unos cuantos
 
Hace (92) meses
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El bien mayor, el mejoramiento de las condiciones de vida de los gobernados y el desarrollo de las sociedades son algunos de los fines últimos y las prioridades esenciales del buen gobierno, teóricamente hablando.
El problema de nuestra sociedad, de un buen número de gobiernos estatales y nacionales es que todo ese camino de buenas intenciones se va empedrando de continuo rumbo al infierno en el que dichas sociedades viven, porque en la práctica vemos vivimos el gobierno de los intereses mezquinos, el de los gobernantes empeñados en encontrar los modos del enriquecimiento ilícito, el entre, el moche y los contratos ventajosos para que los amigos y socios retribuyan al mandatario o al funcionario en turno.
Si a esto le sumamos una falta de compromiso entre buena parte de quienes nos gobiernan, temor por aplicar la ley como se debe, a sabiendas de que una mala calificación mediática o un ataque en redes sociales puede dejar mal parada su imagen y afectar sus aspiraciones futuras, nos encontramos de frente a una clase gobernante plutocrática y miedosa; es decir, que trabaja en pos de sus riquezas y con miedo a ejercer el mandato democrático para no perder sus prebendas.
El caso más claro de estos últimos temores está en los movimientos de la CNTE, que siendo una minoría incluso dentro del gran gremio magisterial, pareciera tener en un puño al gobierno federal y a los gobiernos de cuatro entidades, a saber Michoacán, Oaxaca, Chiapas y Guerrero.
A pesar de los peritajes y las investigaciones que demuestran que fueron estos pseudomaestros quienes iniciaron los tiros y los enfrentamientos en Nochixtlán, hemos visto a un secretario de Educación rebasado por el conflicto, sin brújula ni fortalezas, que intenta amenazar la última escaramuza magisterial a sabiendas que su palabra no tiene sostén.
Vemos a un secretario de Gobernación peleando, al menos mediáticamente, en mesas de negociación y en declaraciones, pero dejándonos una agridulce percepción quijotesca, luchando sin la fortaleza de quien debería respaldarlo; intentando morder sin dientes, combatiendo con estrategia pero sin armas, sólo, quizá por intereses transexenales y no por el bienestar de niñas y niños que sufren por las ambiciones y latrocinios de la CNTE.
¿Cuál será la sociedad que construimos cuando ni gobierno ni sociedad nos involucramos y luchamos por nuestros derechos? ¿Acaso una revolución de Facebook y de Twitter que no pasa de las redes sociales y que no repercute en la propia sociedad?
¿Dónde está el presidente? ¿Dónde los gobernadores de esas entidades? ¿Dónde los padres de familia? Una sociedad se construye codo a codo autoridades y ciudadanos; tenemos los gobernantes que merecemos no sólo porque los votamos sino porque no damos seguimiento a sus gestiones, porque no participamos como sociedad al supervisar su proceder; porque nos acostumbramos a la sorpresa cuando se nos revelan sus fraudes, sus latrocinios, su falta de resultados.
Pero, ¿antes de eso? No hicimos nada, no preguntamos nada, no participamos en los órganos ciudadanos destinados a auditar y a informarnos del trabajo de esa clase que nos gobierna casi a su antojo y sin restricción.
Y luego nos quejamos de appos, cntes y demás engendros que abanderan falsas causas ciudadanas para medrar con el temor de politiquillos electoreros; y no sólo afectan las arcas públicas nutridas con nuestros impuestos, sino que le dan en la madre, así, en la madre, a nuestras niñas y niños, a nuestros jóvenes y al presente y futuro de México.
¿Hasta cuándo?

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