¿Es hoy diferente?
 
Hace (98) meses
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“Más dinero se ha perdido por cuatro palabras que a punta de pistola. Las palabras son: Ésta vez es diferente.”

Carmen M. Reinhart

 

La gran pregunta es si, realmente, esta vez es diferente. Las caídas del peso siempre han generado crisis económicas en México. Lo vimos en 1976, 1982, 1987, 1994 y 2008. Los gobiernos siempre buscaron calmar los mercados diciendo que no había razón para preocuparnos, que los fundamentos de la economía eran sólidos.

Hoy el tipo de cambio del peso frente al dólar ha pasado de 13.08 al finalizar 2013, a 14.72 en 2014, 17.21 al concluir 2015 y 18.61 el 22 de enero de 2016 (Banxico, tipo de cambio para solventar obligaciones). Es un aumento de 42.3 por ciento del dólar en poco más de dos años, a pesar de que el Banco de México ha vendido miles de millones de dólares con el propósito de dar liquidez del mercado. Se ha evitado el pánico, excepto en algunos días, pero el peso ha seguido cayendo.

¿Es diferente esta vez? Un factor nuevo es que el peso no ha estado solo en su caída. Lo han acompañado muchas otras divisas. Su depreciación frente al euro, por ejemplo, ha sido insignificante. Las divisas de otros países, como el real brasileño y el peso argentino, han caído mucho más. ¿Mal de muchos, consuelo de tontos? No lo sé. Pero sí estamos viendo una apreciación del dólar más que un desplome del peso.

Otro factor diferente es que la depreciación no ha contaminado hasta ahora la inflación. El índice de precios al consumidor subió 2.13 por ciento en 2015 y 2.48 en términos anuales en la primera quincena de enero de 2016. Son niveles históricamente bajos.

Los altos precios del dólar, sin embargo, han afectado ya a empresas que importan insumos o mercancías y venden en pesos. Muchas firmas han estado reportando buenos resultados operativos, pero pérdidas cambiarias. Estas compañías tendrán menos posibilidades de invertir en el futuro inmediato.

Los mexicanos tenemos mayor conciencia del tipo de cambio que los ciudadanos de otros países. La mayoría de los europeos no se enteran del costo del dólar. Tampoco los brasileños. Los mexicanos, en contraste, hemos aprendido a considerar el tipo de cambio como un termómetro de la salud de la economía porque en incontables ocasiones hemos visto cómo las depreciaciones son seguidas por crisis profundas. Otra razón es la importancia del dólar para nuestra economía. El 80 por ciento de nuestro comercio exterior (y tenemos un comercio exterior muy importante para el tamaño de nuestra economía) se lleva a cabo con Estados Unidos, pero aun la parte que se realiza con otros países se cotiza en dólares.

“Otros países ponen veladoras para que su moneda se deprecie”, me dice en Davos un alto funcionario mexicano. ¿China?, le pregunto, pero sólo se ríe. Sin embargo, es verdad. China y los países de Asia han buscado tradicionalmente una competitividad artificial a través de la subvaluación de sus divisas. Esto lo pueden hacer porque sus sociedades valoran más el bien colectivo que el individual.

La competitividad que logra la depreciación de una moneda es consecuencia de la reducción del poder de compra de quienes ganan en esa moneda. Quienes ganamos en pesos sufrimos un empobrecimiento automático cuando cae nuestra divisa. Lo peor es que hasta ahora la depreciación no se ha traducido en un aumento de las exportaciones no petroleras mexicanas, aunque es probable que esto ocurra tarde o temprano.

La depreciación del peso es un golpe contra los mexicanos, que nos empobrecemos, pero crea también oportunidades. Quien sepa comprar e invertir con mente fría en un mercado subvaluado se llevará buenas gangas.

 

Perspectivas

El panel anual sobre perspectivas económicas en Davos resultó sorprendentemente positivo. Nadie piensa que la economía china se vaya a desplomar, pero sí que la caída de los precios del petróleo fortalecerá la economía de 5 mil millones de personas en el mundo. Los problemas de Rusia y Brasil se ven como muy específicos. La economía global crecerá, aunque no a niveles elevados. Después del peor inicio de año en la historia en los mercados, no está mal.

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