Frentazo a Mancera
 
Hace (76) meses
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Lo que fue previsible desde el principio de la posible alianza partidista de panistas y perredistas: el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, fue desechado como prospecto a la candidatura presidencial de México del binomio, que incluye al Movimiento Ciudadano. Incluso ya es predecible que la exsobrecargo que presidió al partido negroamarillo, quede como las novias de pueblo “vestida y alborotada” porque ya surgieron otros candidatos del PRD para contender por Gobierno de la capital de la república.

De plano resultaba un despropósito de Mancera que forzara, con amenazas y advertencias, las decisiones que en esa alianza encabeza el Partido Acción Nacional, institución que hizo valer su peso político nacional por encima del perredismo, mismo que sólo pudo contar con fuerza electoral bajo el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, quien logró el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en las elecciones para el primer jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal (1997) y el crecimiento de los perredistas gracias a las dos candidaturas presidenciales del político tabasqueño.

De hecho, con las negociaciones que derivaron en la preeminencia del PAN, el PRD quedó a la altura del Movimiento Ciudadano y puede que en las elección de 2018 sea rebasado en las urnas por el partido del veracruzano Dante Delgado, pues el de la Revolución Democrática quedó en manos de pifias como los “Chuchos” y otras tribus que sólo se pelean posiciones y recursos dinerarios dentro de ese partido que nació al calor del gran movimiento de masas que disputó la Presidencia de la República al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1988. El PRD quedó finalmente roto con la salida de López Obrador y otros personajes; el vaticinio es que este partido acabará con el otrora famosísimo y estéril Ferrocarril que encabezó el veracruzano Rafael Aguilar Talamantes, quien, por cierto, fue maestro de los “Chuchos”, Jesús Ortega y Jesús Zambrano.

De la tonada panista surgirá su ya expresidente Ricardo Anaya como candidato presidencial en los comicios del año entrante, con lo cual la contienda se calentará pues el llamado “joven maravilla” es un alegador de primer orden y es comprensible que presentará alterada batalla verbal a sus virtuales rivales: Andrés Manuel López Obrador, de Morena, y José Antonio Meade Kuribreña, priísta de ocasión.
El agarrón electoral promete, porque al tabasqueño le endilgarán, tanto el neoprísta como el panista, toda una serie de viejos epítetos y comparaciones que se oirá fuera de lugar y necia. Ante esto, se prevé que López Obrador responda por el lado de la corrupción nacional a la que han pertenecido sus contrincantes por omisión (Meade) y comisión (Anaya) y el clima de confrontación electoral se eleve, pese a las normas del Instituto Nacional Electoral, institución, dicho sea en este contexto, que goza de alto desprestigio como árbitro de las contiendas junto con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

En este importante concurso del año entrante, quedó al margen un hombre que quiso pero no pudo: Miguel Ángel Mancera, personaje que hizo un gobierno mediocre en la Ciudad de México de lo que ni siquiera se enteró, de ahí su ferviente deseo, que no cuajó, por llevar a niveles nacionales su medianía política y los grandes negocios inmobiliarios por encima de reglamentos y leyes ambientales. Pero Mancera no podrá quejarse, a fin de cuentas el PRI y el PAN presentan dos prospectos a los que nada tiene que envidiarles el buenazo aún jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

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