La renta básica universal
 
Hace (90) meses
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El paternalismo legendario ya de nuestros gobiernos, federal, estatal y municipal, se come sin duda una gran parte de los recursos públicos y se ramifica en becas escolares, alimenticias, de transporte, desayunos calientes y fríos, comedores comunitarios, despensas de todo tipo, uniformes escolares, útiles escolares, Procampo, Prospera, Créditos para emprendedores a fondo perdido, apoyos a madres solteras, programas de empleo temporal entre muchísimas más estrategias que a fin de cuentas buscan una compensación o una mal llamada estrategia de redistribución de la riqueza.
Sin embargo muchos de los recursos destinados a esos fines se pierden en el camino, en kafkianas estructuras burocráticas que distraen los dineros en oficinas, salarios, infraestructura innecesaria y decisiones discrecionales, mermando sustancialmente esos recursos.
De un presupuesto federal que en 2016 fue de 4.7 billones de pesos –es decir millones de millones de pesos— y que en 2017 variará muy poco, unos 5 billones ¿cuántos de eso millones de millones se destinan a los programas asistenciales-paternalistas? Estamos hablando, puesto que muchas secretarías federales, gobiernos estatales y municipales replican estos programas, de al menos una tercera parte de esos dineros, es decir 1. 7 millones de millones de pesos.
En México, redondeando las cifras de INEGI en 2015, podemos decir que vivimos 120 millones de personas. Según el Registro Federal de Electores, somos 82 millones de mexicanos mayores de edad, ciudadanos pues. Si a cada uno de ellos, el gobierno le asignara una renta básica universal de 2 mil pesos a cada mexicano, 24 mil pesos al año, esto significaría un gran total de 1 millón 968 millones; es decir 1.968 billones de pesos.
Y aunque de botepronto parece un monto alto, los beneficios a corto, mediano y largo plazo son sustanciales y benéficos, por ejemplo, con la Renta Básica Universal, se incrementa la libertad efectiva de las personas y mejora su calidad de vida porque ya no están sujetos a trabajar por fuerza en un empleo mal pagado o que les desagrade porque tienen un mínimo ingreso suficiente para elegir qué quieren hacer y para buscar, si quieren, un trabajo que los haga sentirse felices con lo que hacen.
Con ello sin duda mejoraría la calidad y las condiciones de los empleos así como la remuneración, porque suprimimos la necesidad imperativa de trabajar para comer, y con ello también los gobiernos tienen una presión menor en cuanto a crear empleos y fomentar inversiones, muchas de las cuales impactan negativamente el entorno ambiental y social.
Con esta Renta Básica se implementa una real distribución de la riqueza, una economía basada en un principio redistributivo y no salarial, además de acabar con la pobreza extrema, también llamada por las políticas públicas pobreza alimentaria, porque con una renta mensual segura y permanente, todas y todos tendremos, aún sin un empleo, acceso a la alimentación y a la vivienda.
¿Esta práctica puede fomentar el parasitismo? Es decir, dicen sus detractores, cabe la posibilidad de que haya una masa que se conforme con ese ingreso y no quiera trabajar, ni ser productivo ni generar riqueza sino solo vivir de esa renta. Cierto, es muy posible pero ya existen esas personas que viven de sus becas, las de sus hijos, de los apoyos de Prospera, de sus despensas y de cuanto apoyo social pueden conseguir.
Por otro lado, al inhibir la necesidad de un trabajo remunerado puede fomentar la autoocupación, el autoemprendimiento y el desempeño de tareas no remuneradas en beneficio de la comunidad.
De hecho, en una utópica sociedad económica distributiva y no salarial, todo hombre, mujer, niño o niña, por el hecho de existir en sociedad debería recibir esta renta universal, lo que fomenta la libertad y la autonomía de las personas sin que pase por el control de nadie más y que garantice el acceso a la alimentación y a una vida digna.
Hay que resaltar que el avance de las tecnologías en materia alimenticia, permite que se produzca el doble de los requerido para a alimentar a la humanidad, pero el esquema inequitativo de distribución de la riqueza cercena el acceso a los mismos por condiciones de pobreza extrema.
¿Se podrá?

 

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