Está claro que las precampañas electorales a la presidencia de México ya comenzaron. Y no me refiero a la de Andrés Manuel López Obrador, quien está en eso desde hace al menos diez años, sino al movimiento al interior del PRI a escala nacional, donde al parecer muchos sienten que se están quedando fuera de una jugada que se adelantó gracias a (o por culpa de) Trump y el gasolinazo.
El caso más obvio es el de Ivonne Ortega, exgobernadora de Yucatán y actual diputada federal con licencia, quien sin tapujos ya recorre el país para promover su precandidatura por el PRI. En este espacio decía yo la semana pasada que su movimiento tenía la venia del presidente Peña Nieto y que era un experimento para ver cómo reaccionaba el electorado ante sus propuestas, pero otros consideran que busca la grande con la intención de conseguir, en realidad, una candidatura al Senado.
Quien también entró de lleno a la jugada es Luis Videgaray, gracias a su regreso al gabinete como secretario de Relaciones Exteriores. El exsecretario de Hacienda quiere lograr una buena y rápida negociación con Donald Trump, para mostrar que puede ser el hombre que México necesita en la relación con Estados Unidos, nuestro socio comercial más poderoso. Es precandidato, aunque diga que no quiere serlo.
Uno más es Miguel Osorio Chong. Tampoco ha dicho que busca la nominación, pero en todas las encuestas donde se le incluye como posible candidato aparece en primer lugar en las preferencias electorales, lo que le da amplia ventaja sobre sus compañeros de partido. Pero como Trump y el gasolinazo movieron las reglas, no descarte la posibilidad de que Osorio decida dar un paso osado y, de una u otra manera, dejar más claro si va, o no va.