Lo demás es silencio
 
Hace (79) meses
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Escribo Sin Reservas por última vez. Escribo mientras hechos se aíslan, aunque cuerpos se calcinen en un vehículo, y las palabras ejecutado y enfrentamiento ya no sean propias del argot del hampa y sumen al vocablo cotidiano.
Porque no quiero que, al ser números, se olviden los rostros de las víctimas, ni que la indiferencia que domina a los que son de una estirpe ajena a los problemas sociales nos alcance.
Escribo y anhelo una sociedad más justa, en la que no se pervierta el derecho y todos puedan, por ejemplo, decir la palabra flor sin esperar que les arranquen las hojas.
Recuerdo una frase de Mario Quintana: “las manos que dicen adiós son pájaros que van muriendo lentamente”. Mi pensamiento me remite a ella por mi ánimo quebrantado, porque la realidad me derriba con lo que antes –en la utopía, dirán— me dio fuerza, y no debe haber nada malo en ser sincero, en decir lo que creo y pienso.
Por eso siento que, aunque afuera la tormenta se degrada; aquí, otra crece, pues la palabra que un día nos unió hoy nos separa.
Pero, aunque la posibilidad de caer sea mayor, en un terreno agreste donde, digamos, permee la corrupción y la violencia, no debe disuadirnos de luchar por lo que consideramos justo, porque, al final, en una vida efímera, con riesgo como al que todos estamos expuestos, cada cicatriz es una seña de cuando sobrevivimos.
Creo, como cuando llegué aquí por primera vez, que el periodismo tiene una responsabilidad social con los derechos de quienes no tienen dicha, porque éste ha sido quebrantado; con quienes claman justicia y, en su búsqueda, han topado con indiferencia y también han sido violentados.
En una sociedad que aspira a ser democrática no se puede sancionar a quien padece y exentar de culpa a quien es parte del agravio. Ni la vida ni el patrimonio de nadie deberían depender de ellos.
Sería tan tiste que las páginas se usen para retratar una realidad que no es la nuestra y que, en el futuro, no podrá explicar por qué, si documentamos un pasado distinto (que es el presente que ahora nos atañe), somos contradicción.
Tengo la certeza que no será así, porque en estas planas quedan personas que no habrán de permitirlo, que son parte de generaciones que han hecho de otras luchas sus luchas y buscan un cambio social.
A quienes hacen posible Criterio sólo les adeudo agradecimiento: al equipo de reporteros y corresponsables que compartieron conmigo su tiempo para creer y crear; a los editores web, por su creatividad, su apoyo invaluable; a fotografía, por su talento y pasión por la imagen, por sus ojos que ven lo que nosotros no vemos; a corrección de estilo, diseño y edición, por el trabajo conjunto en la hechura del periódico, su buen trato y su compañerismo; al personal administrativo, que es baluarte para la operación del medio, como también lo es sistema, ventas, circulación, el de limpieza, y cada uno de los que laboran en rotativa hasta el amanecer, para que lo que hacemos todos pueda ver la luz.
Su amistad, para mí, es lo más valioso que pude obtener en este tiempo. Y mis recuerdos ya no podrían explicarse sin ustedes. Gracias, Jorge, porque la amistad siempre es más que esto, pese a todo.
Ustedes para mí son Criterio y por ello no puedo sino guardar sólo afecto por lo fue. Gracias.
Hoy, quizás, porque conozco el peso de las palabras, le doy valor a silencio.

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