En la misma nota se consignaron las declaraciones de otro senador panista, Francisco Búrquez, cuya densidad analítica sobre los partidos políticos se aprecia en sus declaraciones citadas en la nota: “Son como los animales de los zoológicos, requieren ser mantenidos, se han atrofiado para valerse por sí mismos, igual que los animales de los zoológicos, sobreviven gratis”.
Busqué en la Gaceta del Senado la propuesta de reforma, atribuida a “la bancada del PAN”. La encontré. Está firmada solamente por el citado senador Búrquez (primera minoría, Sonora) quien en dos cuartillas y un cuadro pasa exhaustiva revista a la evolución del sistema de partidos y su financiamiento, de 1911 a nuestros días.
En su acápite Antecedentes legales, la exposición de motivos de la iniciativa de marras afirma: “Los partidos políticos en México fueron contemplados en la legislación mexicana a partir de la Ley Electoral de 1911, en 1977 el sistema constitucional sentó la base para la regulación de los mismos. En el año de 1996 surge una reforma constitucional con el objeto de proteger a los partidos políticos de la influencia de los intereses de particulares y, especialmente, de la injerencia de la delincuencia organizada” (sic).
Una cosa me quedó clara: la iniciativa no es de la bancada del PAN, sino de uno de sus senadores, que decidió montarse en la cresta de una pequeña ola de ocurrencias para lograr espacio en los medios de comunicación. Alcanzó su objetivo. Me pregunto, como dicen en el Senado, con todo respeto: ¿Por qué si al senador Búrquez le interesa el tema del financiamiento a los partidos no lee algo al respecto?
Similar intención, mediático-oportunista, y la ausencia de seriedad en los argumentos, caracterizan lo que sobre el tema se lee o escucha en estos días en los diarios o noticieros de radio y TV, y singularmente en las redes sociales. Los declarantes le hablan a la tribuna, esperan el aplauso del público que, alentado al enojo por todos los medios, pide tratar a los partidos como lo que el senador Búrquez ve en ellos, supongo que empezando por el PAN, “animales de zoológico”.
No hay seriedad. Hay linchamiento de los partidos políticos, a los que sus propios legisladores y dirigentes califican de las peores formas y con los más vulgares epítetos. No provocan sorpresa las declaraciones hipócritas de algunos dirigentes de los partidos satélite, que claman por la supresión de todo financiamiento público, seguros que tal medida no se producirá. Otros confían en que las limosnas recabadas en las misas de los domingos les alcancen para financiar sus campañas. Son de pena ajena.
En 1986 el PAN vivió una crisis interna a propósito de las minúsculas prerrogativas otorgadas entonces a los partidos por la reforma electoral promovida por Manuel Bartlett, secretario de Gobernación. La crisis devino en cisma con la salida del PAN de los integrantes del llamado Foro Doctrinario, entre otros el excandidato presidencial e icono blanquiazul don José González Torres. Si los panistas de hoy quieren conocer el tema, harían bien en preguntar los antecedentes del caso a quienes vivieron aquellos años en que los partidos de oposición eran pobres. Pueden preguntar a Diego Fernández de Cevallos, Juan de Dios Castro Lozano, Ricardo García Cervantes, entre otros.
Lo que me parece inapropiado es hacernos perder el tiempo con bravatas y ocurrencias.
Tengo para mí que la mayoría de los impulsores del financiamiento cero a los partidos lo hacen porque saben que eso no lo aceptarán los tres de mayor relevancia, y tampoco Morena.
Pero me gustaría ver qué cara ponen si les toman la palabra.