Nunca en los anales de la prensa escrita habían sido impresos los conceptos de un presidente de la República con lenguaje de doble sentido, comúnmente denominado en la literatura, calambur, y en el habla vulgar, albur.
Para que no haya malas interpretaciones sobre las dos acepciones mencionadas, copio lo relacionado con el significado de calambur o calumbur como figura retórica o literaria consistente en la modificación del significado de las palabras cuando se agrupan de forma distinta en una oración.
“El calambur es un juego de palabras, basándose en la homonimia, la paronimia o la polisemia, modifica el significado de una palabra o frase agrupando de distinta forma sus sílabas. Etimológicamente parece provenir del italiano calamo burlare que significa “bromear con la pluma”.
Algunos ejemplos:
¿Por qué lavo la rueda? ¿Por qué la bola rueda?
Si yo lo quito, ella lo caza. Si yo loquito, ella locaza.
Yo loco, loco, y ella loquita. Yo lo coloco y ella lo quita.
¡Ave!, César de Roma. A veces arde Roma.
Mi madre estaba riendo. Mi madre está barriendo.
El comandante. El coma andante.
Mi comandante. Mico mandante.
Aitor Tilla. Hay tortilla.
LOS ALBURES MEXICANOS
Hay cierta diferencia entre el calambur y el albur, éste, también juego de palabras de doble sentido, que intercambian individuos del sexo masculino—rara vez se da entre mujeres —.
El juego del albur consiste en formar palabras y frases diferentes dentro de otras. El albur se relaciona en general con una competencia cargada de doble sentido sexual y escatológico en la que el objetivo es humillar al contrario.
Van algunos ejemplos de albures pachuqueños corrientes, tomados de un libro del minero Félix Castillo, el famoso Gato seco:
—Conocí a un pintor que pintaba las paredes de negro y el techo blanco.
—Mi cuate se llama Zacarías.
—Tengo un niño de nombre Santiago.
—Conozco al Patas y cada rato va al Zócalo.
—Te llama un señor que se llama Amo Costecho.
—Conozco a un sastre que de un pellejo de frijol hace un saco.
—Y yo a un carpintero que de un palo hizo un muchacho.
El comediante Sergio Corona, pachuqueño de origen, le ha dado vuelo a la hilacha con los albures teatreros. Por ejemplo, citando al inolvidable Chava Flores, con la canción El chico temido de la vecindad, dice: soy el pelón encajoso que te hace llorar. Me llamo José Boquitas de la corona y del Real. Las chicas y los chicos me dan mi lugar.
Agrego otros albures medio finos, antes de mencionar el tímido alburcillo del temido chico de Los Pinos.
—Que hace, ¿viendo las luchas en la cama?
—Qué bueno, como se hace.
—Parado.
—A veces, a veces.
—Me remuerde la conciencia.
—Usarás albures blancos y me sacarás ventaja.
—Usaré la cabeza para que me agarres y no me lleves entre las patas.
—Te levanto de antemano el brazo.
—Vendrá doña Tecla Varela Vela, de Metepec, vestida con saco café y ojales blancos hecho a conciencia.
—Sus pantalones de bajo color y botas hasta las pompas.
ALBUR PRESIDENCIAL
El lunes 17 de abril, según narró en su columna el reportero Francisco Garfias, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto se molestó en conferencia de prensa porque le preguntaron e insistieron por qué se tardaban en castigar a los gobernadores prófugos, después de que había sido aprehendido el gordo Duarte, de Veracruz.
El presidente exclamó, casi gritó, caramba “no hay chile que les embone”.
No hubiera estado mal que algún asesor presidencial le hubiera susurrado a Peña Nieto: –Más quedito, señor Presidente. Yo agregaría, si estuviera cerca del chico temible de Los Pinos: me da miedo decirlo, pero le diría: “no se desentones, señor presidente”.
Por cierto, al reportero Garfias le gustó que el presidente les hablara en esa forma.
En Pachuca nos gusta, que se diga “vamos a hablar en plata”. Los mineros dirían, “Vamos a hablar al chile”. “A lo pelón”.
