“Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería.”
Otto von Bismarck
Donald Trump ha hecho de la mentira su principal arma electoral. No inventó este recurso político, pero ha recurrido a él de manera más abierta que los demás y, sobre todo, sin compungirse cuando sus afirmaciones son exhibidas como falsas.
Según Politifact.com, una organización que verifica datos en las declaraciones de los políticos estadunidenses (¡cuánto nos hace falta un esfuerzo similar en México!), 16 por ciento de las afirmaciones de Trump son “en buena medida falsas”, 37 por ciento “falsas” y 18 por ciento “absurdamente falsas”. En otras palabras, 71 por ciento de las declaraciones públicas de Trump son mentiras en un grado u otro.
La lista de mentiras de Trump es interminable. Él afirmó, por ejemplo, que miles de musulmanes en Nueva Jersey celebraron públicamente los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001, lo cual es falso, pero también que vio notas en televisión que lo mostraron, doblemente falso. Declaró también que el gobierno de Barack Obama apoyo a al-Qaida en Iraq (falso) y que de esta política surgió el Estado Islámico (más falso aún).
Buena parte de la fama original de Trump provino del libro The Art of the Deal, publicado en 1987, que el candidato ha presentado como prueba de que sabe hacer tratos de negocios y que por lo tanto sería un buen presidente. Sin embargo, en un artículo publicado en el semanario The New Yorker Tony Schwartz, a quien se presenta como coautor pero que realmente escribió el libro, ha señalado lo poco que Trump aportó al contenido y las faltas de carácter que exhibió en el proceso de preparación del volumen. Trump ha dicho, por otra parte, que The Art of the Deal ha sido el libro de negocios más vendido en la historia, lo cual es otra gran mentira.
Si consideramos todas las falsedades y conductas cuestionables de Trump, resulta poco relevante la acusación contra Hilary Clinton de haber utilizado un servidor privado, sin las salvaguardas adecuadas, para sus correos electrónicos cuando fue secretaria de Estado. Pero lo interesante es que la reacción de la gente no es conmensurable con las faltas relativas de uno y de la otra.
La última encuesta de CNN/ORC, divulgada el pasado 25 de julio, le da a Trump 44 por ciento de la intención de voto contra 39 por ciento de Hillary, 9 por ciento del candidato del Partido Libertario Gary Johnson, y 3 por ciento de Jill Stein, del Partido Verde. Que Trump esté ya adelante en la contienda sorprende, pero lo que realmente rompe con los precedentes es la percepción que de él y de su rival tiene la gente.
Según la encuesta de CNN/ORC, Trump es visto como “honesto” y “fiable” por 39 por ciento de los estadunidenses. No está mal para un hombre que miente 71 por ciento del tiempo. Hillary, en contraste, no es considerada ni honesta ni fiable por 68 por ciento de los encuestados. Es verdad que la candidata demócrata también miente. Según Politifact.com, 15 por ciento de sus afirmaciones son en buena medida falsas, 12 por ciento falsas y 2 por ciento absolutamente falsas. En otras palabras, Hillary miente 21 por ciento del tiempo, mucho menos que Trump, lo cual no ha evitado que el hombre del gran copete esté ganando la batalla de la percepción por honestidad y fiabilidad.
Estoy convencido que la gente sabe que los políticos le mienten, pero no pide que le hablen con la verdad, sino que le mientan con vehemencia y convicción.
Ingobernabilidad
“Vemos como día con día se configura una crisis de gobernabilidad en la que el Estado mexicano pareciera estar perdiendo la batalla frente a unos cuantos que violan sistemáticamente la ley”. El diagnóstico es de la Coparmex, pero cualquiera que vea la situación actual de México tendrá que coincidir.
