Messi: del regate a la evasión
 
Hace (92) meses
 · 
Compartir:

Lionel Messi es el mayor escapista del futbol. Con el mismo ímpetu con que sortea defensas, quiso evitar impuestos.

El futbol sacraliza en tal forma a sus favoritos que les perdona crímenes y caprichos. En tiempos de desempleo, Leo defraudó al fisco y el FC Barcelona ha lanzado una campaña para apoyarlo: “Todos somos Messi”.

Los hinchas blaugranas están predispuestos a la injusticia. Este robusto victimismo tiene causas históricas. No es fácil desafiar al todopoderoso Real Madrid, percibido desde Cataluña como un equipo de Estado. El Barça representa a un colectivo que no llega a ser un país o que sólo lo es en el Camp Nou. Durante décadas, los once de la tribu catalana han despertado ilusiones que rebasan el ámbito del juego, alimentando la utopía de que el destino mejora con goles. Pero la historia del mundo no se resuelve en el césped; si el orgullo nacional se delega en un equipo, tarde o temprano hay decepciones.

El Barcelona de los grandes trofeos cultivó sus anhelos soportando derrotas, penaltis que sólo ocurrieron en la imaginación del árbitro, tretas para que el fichaje de Di Stéfano fuera a dar a su archirrival. Cuando Joan Laporta contendía por la presidencia del equipo, encaró esta pregunta en un debate: “¿Quién ha sido el mejor entrenador del Real Madrid?”. Su respuesta resumió el sentir de los “culés”: “El gobierno”.

De los agravios reales, el barcelonismo pasó al irrenunciable placer de los agravios inventados. ¿Para qué esperar a que el rival haga trampa si podemos sospecharlo desde ahora? Manuel Vázquez Montalbán, imprescindible rapsoda del club, escribió al respecto: “El barcelonismo es como una mayonesa a la que le basta que la mires de reojo para que se desligue la emulsión y se convierta en una papilla grasienta e incomible”. La más mínima anomalía desata la paranoia de una afición que se ha vuelto imaginativa a fuerza de padecer zozobras verdaderas.

El victimismo es la rama heroica del masoquismo. Quejarse de los abusos puede ser tan satisfactorio que muchos fanáticos se decepcionarían si no ocurrieran. Pero los amigos del sufrimiento pueden estar tranquilos: cuando no hay problemas a la vista, la directiva se encarga de crearlos. Laporta fue el presidente más exitoso del Barça en el plano deportivo, pero no pudo terminar su mandato por discrepancias con la cúpula del club. Su sucesor, Sandro Rosell, tuvo que dejar el cargo por la opacidad en el fichaje de Neymar. Bajo la gestión de Josep Maria Bartomeu, el equipo incluye a evasores fiscales que juegan en libertad condicional. Javier Mascherano fue condenado a doce meses de prisión y Lionel Messi a veintiún meses. Ambos se salvaron de la cárcel porque las sentencias de menos de dos años pueden ser saldadas con multas.

En la vida de La Pulga todo es estadístico; si de engañar a Hacienda se trataba, no podía ahorrarse una bicoca sino algo más de cinco millones de euros.

¿Cuál debe ser el papel de una directiva en estos casos? Por principio de cuentas, un equipo que pretende ser “más que un club” tendría que supervisar que sus jugadores estuvieran al corriente con Hacienda. Esto no sucedió con Messi ni Mascherano porque el futbol, con la FIFA a la cabeza, se ve a sí mismo como un coto de impunidad. En esa sintonía, la campaña “Todos somos Messi” pretende convertir a un delincuente en víctima.

La directiva del Barça no ha entendido que la mejor manera de respetar a su principal jugador consiste en atribuirle una condición que parece ajena al enrarecido mundo del futbol: se trata de una persona, sujeta a cometer errores.

Durante años, los cronistas agotamos los adjetivos para describir los prodigios del 10 argentino. No hay forma de regatearle elogios, pero también es responsable de un ilícito.

El fracaso en el Mundial y la Copa América, y el escándalo fiscal, deprimieron al goleador, pero no lo suficiente para interrumpir sus vacaciones en un yate. Su vida se volvió preocupante sin dejar de ser triunfal.

Ahora la directiva lo apoya en redes sociales con una campaña equivocada. No desagravia a alguien acusado injustamente; exalta a un culpable. Lo que podía ser trágico se ha vuelto patético.

 

 

Compartir:
Etiquetas:
Relacionados
Se dice
/seDiceGift.png
Especiales Criterio
/transformacion.jpeg
Suscribete
/suscribete.jpg
Más popular
Política actual impide el desarrollo: Marivel Solís
Por Gerardo Ávila . 24 de mayo de 2016
Por Gerardo Ávila . 30 de noviembre de 2015
Por Gerardo Ávila . 9 de agosto de 2017
Por Federico Escamilla . 12 de febrero de 2018

© Copyright 2023, Derechos reservados | Grupo Criterio | Política de privacidad