Soneto.
Este hombre del retrato, este hombre triste,
es mi padre: Mariano Fuentes Flores.
No están en el retrato sus dolores,
su mansa soledad. Él ya no existe;
murió hace mucho tiempo, pero asiste
todos los días a la cita: amores
y muertos vuelven siempre como azores
a la percha del alma. ¿Conociste
a mi padre? Yo no. Sólo lo quise.
No se lo dije nunca; no se usaba.
Como hizo con su padre con él hice.
Cuando por su ataúd crucé el abismo
ya era tarde. Hoy que digo: “Yo te amaba”,
el hombre del retrato soy yo mismo.
¡Hasta mañana!…