el lobo! ¡Que viene el lobo!”.
Corrían los demás pastores a proteger sus rebaños, pero el lobo no venía. El pastor había mentido.
La mentira es muy mala, estoy de acuerdo. Es casi tan mala como algunas verdades. Pero a mí me cae bien el pastor mentiroso. Por principio de cuentas tenía imaginación, cosa que los pastores rara vez tienen. (No hablo de los religiosos). Luego, con su mentira sacaba a sus compañeros del aburrimiento. Pocas vidas tan aburridas hay como la del pastor de ovejas. Finalmente le dio tema al fabulista para hacer su fábula, y ésa es obra de caridad que debe agradecerse.
No seamos demasiado severos, pues, con el pastor mentiroso. Si hubiera ido a la escuela quizás habría llegado a ser un buen novelista. Digo, por lo de la imaginación. Aunque quién sabe. Una de las muchas cosas buenas que en la escuela se pierden es la imaginación.
¡Hasta mañana!…