“Cosas buenas pasan cuando conoces a extraños.”
Yo-Yo Ma
Davos.- Yo-Yo Ma dijo ayer en una presentación en Davos, Suiza, que es muy común que se le acerquen los niños después de sus conciertos y le digan: “Cuando crezca quiero ser músico.” Pero el renombrado chelista dijo que su respuesta siempre es: “No puedes hacer las dos cosas.”
Ma es quizá el más global y versátil de los músicos de la actualidad. Nacido en París, Francia, de padres chinos, se estableció en los Estados Unidos desde muy joven. Ahí se convirtió en niño prodigio y estudió en la Escuela Juilliard y en la Universidad Harvard. Ganó su fama en la música clásica, pero igualmente toca jazz y música popular. Le encanta experimentar e innovar. Su carrera lo ha llevado a viajar constantemente por el mundo. Apenas este pasado 11 de enero estuvo en México donde estrenó, con el chelista mexicano Carlos Prieto y la orquesta Esperanza Azteca, “Un canto a la esperanza” de Samuel Zyman, compositor mexicano global, profesor de la Escuela Juilliard de Nueva York.
Ayer en la Escuela Alpina de Davos Ma ofreció el concierto Hacer música a través de las fronteras. Lo acompañaba un grupo tan global de músicos como pueda uno reunir: Johnny Galdesman, un violinista con tres identidades nacionales, “Rusia, Israel y Brooklin”; Sérgio y Odair Assad, guitarristas brasileños; Sandeep Das, tablista (percusionista) de la India; Cristina Pato, gaitera, percusionista, pianista y compositora de Galicia, España; Kathryn Stott, pianista británica; Wu Tong, intérprete del sheng, un instrumento chino de viento.
El programa fue igualmente internacional. Para empezar, “Cristal” del brasileño Cesar Camargo Mariano, con una extraña síncopa que pone el acento en la segunda nota del tema principal. Después una versión de Ígor Stravinsky de una tradicional y sencilla canción popular rusa; un viejo tema musical de una película de Bollywood; “Locura del vino”, una canción china de hace mil 800 años en que un padre rechaza a un príncipe que llega a su casa a presentar una propuesta de matrimonio para su hija emborrachándose durante 60 días consecutivos; “The Latina Suite” de la gallega Cristina Pato; y “Milagre dos peixes” (“Milagro de los peces”) del brasileño Milton Nascimento, una pieza con toques africanos y de jazz.
Mi escape momentáneo de las sesiones más convencionales del Foro Económico Mundial, las que tienen que ver con economía, política y problemas sociales, me ocasionó primero un sentimiento de culpa. Después de todo ayer se estaban desplomando el petróleo crudo, otras materias primas, las bolsas de valores y muchas divisas, entre ellas el peso mexicano. Habría tenido más sentido meterme a uno de los almuerzos en que se trataban los problemas económicos actuales que quedarme sin comer para escuchar a Ma en este concierto organizado en el marco del Open Forum, la parte del Foro que se abre a la población local.
Conforme el concierto avanzaba, sin embargo, me quedó claro algo que Ma siempre ha sostenido: “La música es impulsada por ideas. Si no tienes claridad de ideas, sólo estás comunicando sonidos.” La música internacional de este grupo cosmopolita en la más global de las cumbres del planeta no hace más que ratificar la importancia de la música para superar barreras y fronteras.
“La música nos enseña a construir significados juntos -afirmó Ma al concluir el concierto–. Nos enseña a no tener miedo.” La idea parece increíblemente ingenua y quizá por eso es tan poderosa. Parecería el concepto de un niño. Quizá por eso es tan buen chelista Yo-Yo Ma. En su nutrido programa de trabajo, no ha tenido tiempo de crecer y dejar atrás su niñez.
Petróleo y mercados
El desplome del precio del petróleo está justificado: la producción mundial es dos millones de barriles diarios superior al consumo. Pero la caída del resto de los mercados no tiene mucho sentido. La industria petrolera es una parte pequeña de la economía mundial. Hay muchos más consumidores que productores de petróleo. La caída del precio debe representa un impulso neto, y no un lastre, para el consumo y la economía mundiales.
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