No hagas plagios buenos que parezcan malos
 
Hace (80) meses
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De acuerdo con la Real Academia de la Lengua plagiar significa “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”. Cuando alguien toma como suyo el trabajo de otro comente un delito y con ello pierde credibilidad. Esta cultura del copy-paste es ahora más fácil gracias a las nuevas tecnologías de la información, pues alguien puede —digamos la diputada del PRD, Simey Olvera— tomar una ley —supongamos una de Nuevo León— y copiarla y pegarla en otro documento, cambiar Nuevo León por Hidalgo y asumir que ya hizo su trabajo. Pero no, no es tan fácil, es deber de todo el que toma una obra ajena para sustentar una idea, ley, nota u otro documento citar y explicar de quién es la idea original.
Sin embargo, como lo platiqué ayer con la diputada perredista, es un error de forma y no de fondo. No se critica la ley ni su necesidad, pues las buenas prácticas se deben replicar, lo que nos causa conflicto es el no reconocer cuando existe un error.
Enhorabuena para la comunidad que un diputado, en este caso Simey Olvera, busque modificaciones a la ley que incentiven el gasto privado y la inversión en la cultura. Si las leyes de mecenazgo de Nuevo León y Jalisco son las mejores no es mala idea copiarlas, lo malo es no decirlo; lo malo es pensar que nadie notará, en algún momento, que la idea original no es nuestra.
En el periodismo es común que algunos copien el trabajo de otros y lo publiquen bajo su autoría, ahorrándose la investigación y recursos que destinaron los autores originales.
Legalmente esto supondría el pago de regalías, pero al momento de hacer pública la información lo más decente en todos los casos es dar el crédito de quién hizo el esfuerzo inicial por investigar y redactar las notas. Sin embargo, siempre existirán los que por ignorantes o faltos de profesionalismo copia y pegan hasta los errores ortográficos. Esos proliferan en Facebook y en papel. Algo muy similar pasa en la política.
Para Simey Olvera no queda más que rectificar y continuar con la lucha por sacar una legislación que beneficie a la comunidad cultural. La lección aprendida es grande.
De aprobarse la ley de mecenazgo, creo, existirá mayor sustento para incentivar la creación, para que Hidalgo tenga nuevos valores, nuevos artistas, que por fin se atrevan a quitarse el cordón que los ata al dinero público. Eso nos llevará, además, a tener artistas críticos del sistema, que no teman decir lo que opinan por temor a que papá gobierno les quite una beca o les censure una obra.
Además, la iniciativa privada se involucrará más en un sector que para muchos no existe.

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