“Cantando la cigarra pasó el verano entero”.
Cuando llegó el invierno no tuvo nada qué comer.
La hormiga trabajó todo el verano.
Cuando llegó el invierno no tuvo nada qué cantar.
Eso sucedió en la fábula.
En las fábulas las cigarras son tontas, y las hormigas son malas.
Pero la vida no es tan cruel como las fábulas. En la vida hay muchas cigarras sabias y muchas hormigas buenas. Esas cigarras cantan, pero también trabajan. Y esas hormigas trabajan, pero también cantan. Así, las cigarras tienen pan qué comer, y las hormigas tienen canciones qué cantar.
Los que se quedan sin comer y sin cantar son los fabulistas. Ellos sí son tontos y malos. Por eso se la pasan dando lecciones de moralina a los demás, e imponiéndoles su concepto de moral.
Por eso son fabulistas,
¡Hasta mañana!…
“En el museo se halla la estatua de un joven atleta con su parte de varón cubierta por una hoja”
Una cierta señorita
de criterio algo gazmoño
está esperando el otoño
para que caiga la hojita.