Qué vergüenza
 
Hace (67) meses
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¿Qué se escribe que no se haya escrito ya sobre la sin razón de los linchamientos?
Se entiende la molestia de una sociedad lastimada por la violencia generalizada que se ha extendido a todas las clases sociales.
Se comprende que ante los anuncios verdaderos o falsos de alertar sobre cuidar a sus hijos, los padres hagan hasta lo imposible por protegerlos.
Se advierte y hasta se justifica que ante el peligro inminente de que les sean arrebatados sus hijos, hombres y mujeres estén atentos y reaccionen con cierta violencia.
Pero lo que no se puede entender es la barbarie con la que actúan las masas, quienes, siguiendo la voz anónima, pueden cometer un linchamiento de personas a las que no se les dio la oportunidad de defenderse ante una acusación con débiles fundamentos.
¿En verdad qué pasará por la mente de estos sujetos que sin el menor remordimiento pueden quemar a dos personas, según ellos señaladas de robachicos, sin que esto haya sido comprobado?
Sin querer, se regresa a la época del hombre primitivo que rodea el fuego, cumpliendo un ritual.
Lo más grave es que esto ya ocurrió en el pasado, para ser exactos hace 20 años, cuando en la Plaza de Huejutla dos hombres fueron colgados porque según la muchedumbre intentaron robarse a unos niños.
Aunque han pasado dos décadas, aún está fresco el recuerdo de una multitud azuzada por voces que pedían a gritos que los llevaran al kiosko para colgarlos y que sirviera de escarmiento.
Nadie pudo hacer nada por aquellos hombres que luego las investigaciones determinaron que eran inocentes.
Veinte años después la historia se repite, los argumentos para la barbarie fueron los mismos, dos personas asesinadas vilmente sin ser más culpables del simple hecho de estar en el lugar equivocado, y nadie pudo hacer nada.
La historia no nos ha enseñado ni madres.
Hace dos décadas el representante de una colonia de Huejutla llegó a la radio para exigir que se juntara la gente en la plaza y no permitiera que los detenidos acusados de robachicos fueran liberados, luego siguió la barbarie que terminó con dos hombres masacrados y colgados en la plaza para escarmiento de aquellos que intentaran secuestrar a los niños.
Hoy fueron las falsas noticias difundidas en redes sociales las principales instigadoras, y a las que con un fanatismo similar los consumidores aceptan sin chistar y sin comprobar, las responsables de quemar vivas a dos personas.
Qué jodidos estamos como sociedad.
Muy chingones con teléfonos inteligentes que no contagian algo de esa inteligencia y que convocan a una turba a danzar alrededor del fuego en donde arden los sacrificados, eso sí, con evidencia en las redes sociales.
¡¡¡¡Qué vergüenza!!!

Palabras más, palabras menos
Un enfrentamiento entre huachicoleros con la policía en la región de Cuautepec puso en evidencia que la actividad delictiva puede más que la ley.
No obstante que hubo detenidos señalados del robo de hidrocarburos, la turba impedía la salida de los policías y pretendía negociar la liberación de los detenidos.
Hubo jaloneos, policías golpeados, patrullas dañadas.
El final de este penoso asunto, esa será otra historia.

La del estribo
Pa’qué tanto brinco, si iban a salir con sus pendejadas.

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