“Si persistentemente nos preocupamos en exceso y exageramos los problemas, la gente a la larga se cansará de toda la discusión.”
Bjorn Lomborg
Martín Gutiérrez Lacayo, coordinador de la Comisión Ambiental de la Megalópolis, declaró que el país registra “22 mil muertes prematuras en un año asociadas a la mala calidad del aire”. No se refería sólo a la megalópolis sino a todo el país. Aun así se trata de una cifra enorme y que se ha utilizado para justificar la aplicación del Hoy no Circula endurecido.
La cifra, me dicen, procede de estudios del Instituto Nacional de Educación Pública que contrastan información estadística de muertes en distintos lugares del país. Como señalé en mi columna Morir por respirar del 8 de abril, sin embargo, no tenemos un solo caso identificado, con nombre y apellido, de una persona cuya muerte pueda atribuirse a la contaminación del aire.
Este 10 de mayo Julio Sánchez y Tépoz, director general de la Cofepris, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, señaló que no se han registrado muertes por la crisis de contaminación pese a que en tres ocasiones se ha aplicado la fase 1 de la contingencia ambiental. “No hay muertes” declaró contundente. Sí se han agudizado, sin embargo, enfermedades como el asma y la otitis.
La Cofepris mantiene una vigilancia permanente con “16 monitores y cuatro trazadoras” en la mayor parte del territorio metropolitano. En los estudios que se están realizando, según Sánchez y Tépoz, se está tomando en cuenta el hecho de que ha habido una temporada tardía de enfermedades respiratorias.
El primer paso para diseñar una política pública que realmente funcione, especialmente en un tema tan complejo como la contaminación del aire, es tener toda la información pertinente y hacerla pública. De nada sirve tratar de asustar a la gente con una supuesta oleada de muertes por contaminación del aire cuando al final no se puede identificar un solo fallecimiento por esta causa, ni siquiera en la peor crisis ambiental en mucho tiempo.
Las autoridades ambientales de la megalópolis, con el apoyo de un importante grupo de científicos, están tratando de diseñar una nueva estrategia para enfrentar el problema de contaminación del Valle de México. El endurecimiento del Hoy no Circula ha sido un fracaso. No hay indicación de que haya servido para reducir la contaminación. Por el contrario, el período de aplicación del programa ha coincido con tres contingencias que se han traducido en un Doble Hoy no Circula que ha retirado 40 por ciento de los vehículos de la circulación durante varios días sin que se haya apreciado una disminución en la contaminación. Sólo el viento y la lluvia han salido al rescate.
Las nuevas reglas ambientales serán muy importantes. Como serán por definición restrictivas, pueden tener consecuencias negativas relevantes en la economía de millones. Es importante por lo tanto que las autoridades sopesen los costos y los beneficios. No tiene sentido aplicar medidas de altos costos pero sin beneficios sólo porque son políticamente correctas. Esto es lo que ha ocurrido con el Hoy no Circula endurecido que la Ciudad de México ha sufrido desde el 5 de abril.
La primera regla debe ser la transparencia de la información. De nada sirve advertir que la contaminación del aire mata a 22 mil personas al año para que cuando llega la crisis no se registre una sola muerte. Es mejor decir “No sé” a difundir una falsedad.
Bastante desconfianza estamos viendo ya y de la cual han surgido rumores como los de la supuesta gasolina china. No hay que agravarla con información falsa o engañosa. Empecemos, pues, con el dato que la mayor crisis ambiental en cuando menos 14 años no ha generado muertes. Eso es bueno. Continuemos con medidas que realmente disminuyan la contaminación a un costo económico razonable. Para eso son las políticas públicas.
Semestre en el IPN
Once planteles del Politécnico mantienen un paro indefinido de labores. Supongo que perderán el semestre. ¿O dirán después que pueden recuperar el tiempo perdido estudiando más duro?
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SERGIO SARMIENTO
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