Una vez que se levantó el polvo de la guerra de declaraciones y las fallidas encuestas de salida, el PAN quedó como el gran y sorprendente ganador de las elecciones del 5 de junio.
En la noche del domingo, cuando virtualmente todos los candidatos y líderes de partidos se declaraban ganadores, el presidente del PRI, Manlio Fabio Beltrones, afirmó que su organización había ganado cuando menos 10 y quizá 11 de las 12 contiendas para gobernador. Sólo reconoció la tendencia desfavorable en Puebla. Al final, el PAN obtuvo siete gobiernos estatales y el PRI debió conformarse con cinco. La declaración de Manlio Fabio fue, o un gran error, o una triste mentira.
La magnitud del triunfo del PAN parece haber tomado por sorpresa a los propios panistas. El domingo por la noche Damián Zepeda Vidales, secretario general, afirmaba que su partido había ganado “más de tres” de los 12 gobiernos en contienda. Los siete triunfos, me imagino, rebasaban sus sueños más optimistas.
La victoria panista en Puebla era esperada. En Tamaulipas y Aguascalientes algunos sondeos la habían previsto. El triunfo de Veracruz ya lo sugerían las encuestas previas que preveían una batalla muy cerrada. Pero los triunfos en Durango, Chihuahua y Quintana Roo rompieron con las previsiones de muchos encuestadores y “expertos”.
Del lado del PRI, los triunfos en Hidalgo y Sinaloa estaban cantados. En Tlaxcala y Zacatecas las contiendas se veían difíciles pero no imposibles. En Oaxaca Alejandro Murat vino de atrás y logró una victoria que muchos consideraban imposible un par de meses atrás.
El PRD no ganó ningún estado por sí solo, pero compartió tres de las victorias del PAN: Durango, Quintana Roo (con el expriísta Carlos Joaquín) y Veracruz. La noche del domingo el presidente Agustín Basave decía que el PRD había conseguido cinco victorias.
Morena ganó la elección a la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, pero en realidad el triunfo fue para la abstención. Solamente acudió a votar 28.4 por ciento de los ciudadanos empadronados, la cifra más baja que recuerdo en una muy politizada Ciudad de México. El mensaje es que los capitalinos no tienen ningún interés en la constitución promovida por el gobierno.
Las encuestas, tanto previas como de salida, fallaron más que nunca. El 5 de junio sólo El Financiero Bloomberg, con Alejandro Moreno, y Milenio, con Parametría de Francisco Abundis, ofrecieron encuestas de salida. Parametría consideró demasiado cerrada la elección de Veracruz mientras que El Financiero se la dio al PRI por cuatro puntos, pero el PAN-PRD ganó por cuatro. Las dos encuestas daban empate en Tamaulipas, que el PAN conquistó por casi 15 puntos. El Financiero le dio ventaja de tres puntos al PRI en Quintana Roo, pero Carlos Joaquín del PAN-PRD ganó por nueve puntos. Parametría dio empate en Aguascalientes con ventaja para el PAN mientras que El Financiero le estimó cuatro puntos de ventaja al PRI, pero el PAN terminó ganando por dos puntos. Parametría dio al PRI como ganador en Durango, pero triunfó el PAN-PRD. Y como ésas, otras.
Los resultados del 5 de junio nos dicen que el país sigue estando muy dividido. El único estado en el que algún partido obtuvo más de 50 por ciento del voto fue Tamaulipas, y sólo por unas décimas. Las derrotas de muchos favoritos y de maquinarias electorales que se consideraban imbatibles demuestran que sí tiene sentido votar, aunque el sistema tenga muchas fallas.

Liberales
Mucho se había dicho que los liberales no tienen capacidad para ganar elecciones en una Latinoamérica dominada por el populismo. Pero después del triunfo de Mauricio Macri en Argentina, Pedro Pablo Kuczynski ha derrotado ahora a Keiko Fujimori en Perú.