El presidente estadunidense Donald Trump cumplirá el próximo sábado 20 un año de haber tomado el poder y prácticamente cada semana ha causado un revuelo internacional. No ha sucedido el terremoto político que su campaña electoral preludiaba, pero el riesgo sigue ahí.
Los peligros mayores son los de guerra, quizá por un error inadvertido que genere una hecatombe, como la alerta que por error avisó a la población de Hawaii de la inminente llegada de un misil la mañana de este sábado. Con el nerviosismo por saberse al alcance de los misiles de Corea del Norte, se entiende que el pánico haya sido mayúsculo.
Trump ha contribuido a esa psicosis que nace de los programas nuclear y de misiles de Corea del Norte, pero también de los desplantes del líder de ese país, Kim Jong-un, quien está a punto de lograr su tan soñado misil con cabeza nuclear que alcance la costa occidental estadunidense, según coinciden los expertos.
El mandatario estadunidense ha librado con Kim una peligrosa esgrima verbal donde el estilo ha sido corriente. Empero, quizá con habilidad, el líder norcoreano abrió una especie de inesperada tregua al anunciar que una delegación de su país participará en los Juegos Olímpicos de invierno que realizará el vecino surcoreano, y sentó un compás de espera en esa peligrosa esgrima verbal.
Otro frente inmediato de peligro es Irán y el acuerdo que debe de ser certificado cada seis meses sobre el cumplimiento por el país islámico del acuerdo que limita su avance nuclear y su programa de misiles.
Trump está insatisfecho con el acuerdo logrado en el cual participó la Unión Europea y otros actores internacionales que, por el contrario, ven en ese documento la única vía para supervisar de manera eficiente que la nación islámica refrene sus proyectos de ingresar al club atómico.
Con Irán una conflagración parece estar más lejana que en la península coreana, no así el riesgo de un conflicto regional, con Israel listo a atacar las instalaciones iraníes nucleares, lo que ciertamente generaría una grave crisis.
Ahí cerca una crisis que no estalló por ahora fue la que pudo haber ocurrido tras la declaratoria de que Jerusalén es la capital de Israel y la decisión de trasladar a la Ciudad Santa la embajada estadunidense.
Por lo pronto la solución de que Israel y Palestina coexistan como estados con un estatus especial para Jerusalén, parecer alejarse al mismo tiempo que la posibilidad de estabilidad regional.
Un año tres frentes de riesgo atizados por Trump. En otros espacios la política del mandatario ha sido de avance y retroceso, por ejemplo haber sacado a su país del Acuerdo de Cambio Climático y ahora estar reconsiderando el reingreso, sin embargo con la volatilidad que ha mostrado el actual habitante de la Casa Blanca no hay nada seguro.
Más daño inmediato está causando la reforma impositiva que ha sido su único éxito real. Su baja de impuestos se prevé que genere el retiro de capitales de todo el mundo y su traslado a Estados Unidos, ya desde antes animados por el alza de las tasas de interés.
¿Ganará en verdad Estados Unidos con esa reforma tributaria? Trump y sus principales asesores piensan que sí, pero muchos otros opinan que no favorece en realidad a la inversión, y está por verse de qué manera afecta a otros países.
El rosario de ejemplos puede seguir varios párrafos más, como la obscena referencia a países de África así como Haití y el Salvador, donde el mundo está perdiendo una oportunidad para censurar con fuerza y justicia a Trump.
Por lo pronto los beneficiarios mexicanos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) siguen con el alma en vilo las negociaciones, donde la parte estadunidense parece estar dedicada, en cada etapa, a encontrar nuevos pretextos para entorpecer las de por sí enredadas negociaciones.
La nueva modalidad, compartida por Canadá, es llevar esas negociaciones a un compás de espera mientras suceden las elecciones presidenciales mexicanas de julio, lo que no ha sido en absoluto del agrado de los negociadores mexicanos. Mientras, el muro fronterizo, además de ya contar con prototipos, se alimenta de palabras un día sí y otro también de Trump.
Pero lo que parece en verdad decisivo serán los comicios del próximo noviembre en Estados Unidos, donde se renovará toda la Cámara baja y un tercio del Senado. La mantención de la proporción actual sería un respaldo para Trump, sin mencionar que mejorar el número de escaños del Partido Repúblicano preludiaría la reelección del magnate. ¿Se atreverá el pueblo estadunidense a ser el censor y freno de su presidente?