Hace una semana los empleadores del estado se encontraron con la desagradable sorpresa de que debían pagar hasta 600 por ciento de más por concepto de Impuesto Sobre la Nómina. La excusa que les dieron fue que era un ajuste para que Hidalgo estuviera a la par de los estados del centro.
Ahora, luego del trabajo periodístico realizado en Criterio, sabemos que ése no era el impuesto que debió publicarse en el Periódico Oficial del Estado, y que en una extraña cadena de descuidos —por llamarlos de manera amable— ni los mismos secretarios de estado sabían lo que debían cobrar a los empleadores.
El periplo nos llevó a una serie de excusas y justificaciones sin sentido, pero la divinidad tocó a nuestros gobernantes y de pronto, 55 días después de ese grave error, notaron que ya lo habían enmendado, hace casi 50 días, por lo que todo fue una confusión kafkiana, escrita tal vez por representante del realismo mágico latinoamericano.
Pero el guion no deja de ser imperfecto. En medio de todo el caos, de los dimes y diretes, los empleadores de Hidalgo podrán descansar por lo menos este año, pues ese impuesto tan extraño que cobra por dar trabajo sólo aumentará 0.5 por ciento para la mayoría de las pequeñas y medianas empresas.
Ya quedaron atrás las declaraciones cómico-mágico-musicales; el Congreso, en voz de su presidenta, nos dijo que la Secretaría de Finanzas remediará sus errores, porque ahora sí que aceptan que cometieron un error.
Enhorabuena, pasó algo, aunque sea a medias.