El actual presidente republicano de EU, Donald Trump, ha emprendido una verdadera campaña de xenofobia contra los latinoamericanos, y muy especialmente en contra de los de origen mexicano, lo cual ha desarrollado una psicología social de discriminación xenófoba y racista que implicará por lo menos una carrera interminable de regreso hacia el país, sobre todos de los que tenían estancia en Estados Unidos, quienes por sus necesidades y carencias en México aspiraron a ir en busca de mejores oportunidades para vivir, creyendo en el “país de las libertades y de las oportunidades”.

Hacia ellos ha sido la amenaza hitleriana de Trump, violatoria de los derechos humanos contra los habitantes del país que apenas comenzó a gobernar, y la cual representa las posiciones ideológicas y políticas de la ultraderecha norteamericana, misma que había permanecido oculta en el bajo mundo klukluskanero. Son los mismos que despojaron a los verdaderos poseedores de su tierra hace algunos años, y hoy vuelven a hacerlo con sus políticas.

Estos ultraderechistas tienen como “clientes” directos a los indocumentados, que en el código de este país se les nombra “delincuentes”. Y no quiero con esto justificar la terminología que usa Trump contra estos, ni justificar la repatriación de los millones de mexicanos residentes que trabajaban en este país.

En nuestro país, lejos de buscar la vías más viables para garantizar la protección, defensa y apoyo a los inmigrados, el gobierno ha pretendido aprovechar el dolor de miles (o quizá millones) de mexicanos que están a punto de ser obligados a regresar al país, perdiendo sus trabajos de allá, y dejando miles de familias desunidas. Y aquí el PRI-PAN y una parte de la iniciativa privada antinacional siempre ha estado entregada y hasta soñando ser “gringos apestosos, criminales, drogadictos, alcohólicos, genocidas, sólo héroes de película, genocidas, etcétera”.

Ahora resulta que le apuestan al servilismo y esperan una actitud más amable de Trump, porque creen que piensan como yanquis sin serlo. Con su actitud antinacionalista sólo han reconocido como su nacionalidad al dinero y la riqueza a costa de la miseria y la explotación que desde hace 30 años han generado en el país, hasta llegar al colmo de sus malignas reformas contra México. Piensan servir como doncellas casaderas a los globalizadores, pero ahora resulta que los tunden por rastreros y marranos corruptos hacia su patrón Donald Trump. Pero ya puso Trump sus condiciones: ponerles un patín en el hocico por antinacionalistas, corruptos y globalizadores.

Con la actitud y las políticas de Donald Trump, a ver si estos globalizadores del PRI-PAN-Chuchos-PVEM-PANAL reflexionan y piensan en su madre patria, y en reformas nacionales que defiendan la propiedad de la tierra comunal, ejidal y propiedad privada para la producción agrícola. A ver si piensan en apoyar a la pequeña y mediana industria nacional para rehabilitar las cadenas productivas, para generar empleo y acelerar el pequeño y mediano mercado que rompieron los grandes favores del gobierno con las transnacionales mercantiles, empresas que lo único que han hecho es pagar poco por la fuerza de trabajo del nacional, generar explotación sin seguridad alguna para los empleados, y llevarse los centavos sin reinvertir.

Se requieren grandes inversiones del Estado para volver a tener el suficiente peso económico y lograr el equilibrio económico a través de empresas de Estado y con sentido nacional. Se necesita garantizar el equilibrio estatal, y en particular de la industria energética. Ojalá que los globalizadores que han recibido de Trump una patada en el hocico dejen de ser luz de la calle y oscuridad de su casa, y que les retoñe el nacionalismo y cuiden a su patria, no la del vecino.

Trump, en cierta forma, aunque a nosotros nos perjudica mucho, ha sido un ejemplo para los que no gobiernan patrióticamente a sus países. Empecemos por resolver nuestros problemas internos, pues el principal generador de éstos ha sido el gobierno. Ahí debemos empezar para hablar de la unidad. Pretenden, como es costumbre, mentirnos y manipularnos el gobierno.

La unidad del gobierno y los hipócritas es sólo para exaltar la figura despostillada y sin arreglo de EPN. Es para pretender levantar un poco la credibilidad con esa unidad, indefinida, abstracta y sus objetivos claros.

Es urgente la unidad, sí, pero con los mexicanos, no con los antipatrias.