“Un ciudadano de Estados Unidos cruzará el océano para luchar por la democracia, pero no cruzará la calle para votar en una elección local.”
Bill Vaughan
La comentocracia del mundo dio un notorio suspiro de alivio cuando Donald Trump fracasó en el intento de quedar en primer lugar en las reuniones políticas (caucuses) de Iowa este 1 de febrero. La nota informativa no fue la victoria de Ted Cruz, sino la derrota de Trump.
Pero ¿fue realmente una derrota? Desde un punto de vista estricto, sí. Trump no logró el primer lugar que se esperaba en las votaciones que se llevan a cabo en escuelas e iglesias del estado después de una discusión. En una nutrida arrancada de cuando menos 11 aspirantes, Cruz registró el voto de 27.6 por ciento de los participantes, arriba del 24.3 por ciento de Trump. En tercer lugar Mark Rubio alcanzó 23.1 por ciento (NYT).
Sin embargo, en el sistema de representación proporcional de Iowa los delegados, que son los que realmente votarán por el candidato en la Convención Republicana de julio en Cleveland, se han repartido en partes casi iguales entre los tres primeros lugares. Cruz ha obtenido ocho, Trump y Rubio siete cada uno, Ben Carson tres, y Jeb Bush y Rand Paul uno cada uno (NYT). Iowa, por otra parte, tiene muy pocos delegados. Los ocho o siete que han obtenido los primeros lugares no son nada frente a los mil 237 que se requieren para la nominación presidencial republicana (Des Moines Register). Trump, además, sigue estando en primer lugar entre los republicanos en las encuestas nacionales.
El lado demócrata arroja un virtual empate entre los dos principales contendientes. Hillary Clinton ganó por unas décimas de punto, 49.9 contra 49.6 por ciento, por lo que se ha declarado triunfadora, pero en términos prácticos consiguió sólo 22 delegados contra 21 de Barry Sanders (NYT). La nominación del Partido Democrático requiere de 2 mil 382 delegados (Des Moines Register).
Cuando se revisan las listas de aspirantes se da uno cuenta de que son una selección muy especial. Representan puntos de vista radicales en los dos partidos: a la derecha en el Republicano, a la izquierda en el Democrático. Los moderados están conspicuamente ausentes.
Jeb Bush es, qué paradoja, uno de los aspirantes más moderados entre los republicanos, mucho más que su hermano George que fue presidente, pero se ha visto obligado a radicalizar sus posiciones y aun así ha quedado relegado al quinto lugar. Del lado demócrata Sanders representa el ala socialista del partido. Hillary fue siempre más radical que su esposo Bill, y también que Barack Obama en la campaña de 2008, pero hoy es moderada en comparación con Sanders.
El corrimiento a los extremos lo genera un sistema que premia a los radicales. La participación de votantes registrados en las primarias varía enormemente de un estado a otro, desde 0.3 por ciento en Wyoming hasta 31.1 por ciento en Nueva Hampshire en 2012 (http://www.electproject.org/2012p). El promedio ronda entre 15 y 20 por ciento. Pero quienes participan en las primarias suelen ser los más radicales de cada partido. Como en otros lugares del mundo, la decisión la toman los ciudadanos que no votan.
Iowa no representa ninguna certeza de lo que puede venir después. De una población de votantes registrados de 2.1 millones (Iowa Secretary of State), sólo 186 mil 874 votaron en los caucuses republicanos. En 2012 el voto republicano en Iowa lo ganó Rick Santorum y en 2008 Mike Huckabee. Los dos siguen siendo grandes desconocidos.
Para una comentocracia obsesionada con cada paso de la carrera presidencial de los Estados Unidos, Iowa tiene el interés de ser el primer tramo. La carrera, sin embargo, no es de velocidad sino de fondo.
Moreira libre
Humberto Moreira queda en libertad y con posibilidad de viajar si quiere. Es una fuerte derrota para quienes lo acusaron de lavado de dinero por los 200 mil euros que recibió en España. Si bien el exgobernador de Coahuila sigue sometido a proceso, el juez parece haber descartado que ese dinero haya sido producto de blanqueo.
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