Y ¿dónde están los botes?
 
Hace (97) meses
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Cuando de impacto ambiental se trata, en la mayoría de los casos las autoridades hacen que la Virgen les habla y voltean la mirada, como si con esa actitud ya no pasara nada.
Ya sea en el ámbito federal, en el estatal y hasta en el municipal, la conducta es la misma, unos a otros se echan la culpa o fingen total demencia.
Les cuento esto porque hasta ahora nadie ha abordado el tema de las aves migratorias que aún llegan a la zona lacustre de Texcoco y que con la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México podrían perder su hábitat y el espacio donde construyen nidos y tienen sus crías antes de continuar su viaje hacia América del Sur.
¿En verdad les parece tan poca cosa mantener un espacio para la preservación de las especies?
¡Qué pregunta tan torpe!
La respuesta siempre ha sido la misma. ¡Les vale madre el medio ambiente!
Ustedes se preguntarán ¿y a qué viene tanta preocupación por lo que ocurre en el Estado de México?
Hace algunos meses un funcionario responsable del medio ambiente intentó dar una explicación algo simple y chistosa, palabras más, palabras menos, este funcionario decía que habría que modificar la ruta de las aves migratorias para que no interfirieran en la ruta de los aviones, algo así como un controlador de vuelos de pájaros.
Cuando nos enteramos de tal respuesta la chacota no se hizo esperar y todos nos imaginamos a un pato con audífonos y banderas para señalar la ruta que deberían seguir sus compañeros de viaje.
Sin embargo, tal declaración en el fondo tenía algo de razón y es que como a las aves no les ha llegado el proyecto del nuevo aeropuerto, pues ellas van a seguir sus rutas acostumbradas y en algún momento esto pudiera ser catastrófico.
Sin embargo, como la naturaleza es la única que demuestra sabiduría, en comparación con los humanos que ante esa misma naturaleza cada vez son más pendejos, esas aves migratorias que viajan desde el sur de Canadá hasta Sudamérica nos están dando una muestra de inteligencia y ante la devastación de la zona que alguna vez fue el Lago de Texcoco, hábitat de casi 20 mil ejemplares de diferentes especies de aves, han elegido una laguna que se encuentra en Hidalgo.
Se trata del último humedal natural de la Cuenca del Valle de México, la Laguna de Tecocomulco que con sus 1800 hectáreas de superficie se ha convertido en el refugio de estas migrantes.
Resulta que para estas viajeras México, y sobre todo el centro del país por siglos habían representado un paraíso donde descansar en su camino hacia el Sur, hasta que el hombre fue secando el Lago de Texcoco, contaminando la Laguna de Zumpango o destruyendo Xochimilco. Ante eso, las sabias aves comenzaron a buscar nuevos lugares donde tomar un respiro y fue entonces que apareció en la escena Tecocomulco y otros espacios pequeños en Singuilucan, Apan y hasta Metztitlán. Así que hoy el estado de Hidalgo, al que despreciaron para construir el moderno aeropuerto, es elegido por la naturaleza para rescatar a las aves, ojalá que los responsables estén a la altura para mantener el equilibrio ecológico y la preservación de las especies.
Lamentable, pero las autoridades federales poco o nada hacen al respecto, no vaya a ser que los dueños de los dineros se vayan a encabronar y nos dejen chiflando en la loma, cosa que de todos modos va a ocurrir, porque los beneficios económicos serán como siempre, para unos cuantos.

OTRAS PREGUNTITAS
A propósito de medio ambiente, ¿alguien sabrá donde están los cientos de contenedores de residuos sólidos que se entregaron a Hidalgo?
¿Dónde estarán los camiones de Cambio Verde?, porque la basura sigue en las casas o, lo más grave, en las calles.
¿Tenemos tanta agua como para desperdiciarla en fugas?

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