Memorias de la final
 
Hace (82) meses
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sí hay algo que los torneos de liga europeos le pueden envidiar a la poderosa Liga MX, es la posibilidad de definir al campeón a través de una final. Si bien los torneos largos que se llevan a cabo en el Viejo Continente fomentan la justicia de coronar al mejor equipo a lo largo del año y pueden regalarnos emociones como la definición de la Premier League en 2012, también es común que algunos equipos aseguren el título con varias jornadas por jugar. Mientras que es más probable que una serie por el campeonato brinde más emociones.
Como mexicanos, estamos acostumbrados a ver finales, pues la primera se disputó en 1971, y desde entonces nos ha tocado vivir duelos emocionantes y auténticos remedios para el insomnio, como aquella Pachuca vs San Luis.
La primera que recuerdo haber visto, con plenitud de facultades mentales, enfrentaba a América y Necaxa. Las anotaciones de Christian Patiño, el legendario Iván Zamorano y, sobre todo, el gol de oro de Hugo Misionero Castillo son recuerdos que siempre me acompañarán, al igual que la narración de Raúl Pérez: “¡El América… El América es campeón!”. Y es que, además, aquel tanto le dio un campeonato al Ame tras una sequía de 13 años sin levantar la copa.
Hay otro juego por el campeonato que nunca olvidaré y que considero la segunda final más emocionante de la liga mexicana. Era una lluviosa noche de la primavera de 2013 y, en la cancha del estadio Azteca, el Cruz Azul intentaba acabar con su maldición ante el América.
Creo que no se necesitan más datos, pero hay que llenar el espacio de la columna. Los cementeros llegaron a la final de vuelta con ventaja de 1-0 en el marcador, gracias al gol del Chaco Giménez en el estadio Azul, y las cosas se pusieron mejor para los visitantes con la expulsión de Jesús Molina y el tanto de Teófilo Gutiérrez, para poner el global 2-0 y, prácticamente, amarrar el título.
Lo que pasó después fue para enmarcarlo. Ninguna película, sobre futbol o cualquier otro deporte, ha tenido un final tan increíble, ni M. Night Shyamalan podría inventar tal giro de tuerca. Teófilo pegó un balón en el poste a centímetros del arco, Muñoz atajó un tiro de Barrera que llevaba marca de gol, Aquivaldo Mosquera anotó al minuto 88 y el portero americanista remató un balón en el área cementera, al 92 con 25 segundos, que fue desviado por un defensa cementero y se coló a la portería de Corona. La final se fue a penales, pero la suerte estaba echada: el América fue campeón. Curiosamente ambas finales, contra Necaxa y Cruz Azul, se jugaron un 26 de mayo.
Para cuando alguien lea esto ya sabremos el resultado de la ida entre Chivas y Tigres, ojalá haya sido un buen juego. Pero mi punto es que una final, si bien no garantiza que sea campeón el mejor equipo, nos pone a vibrar sí o sí, por eso me gustan tanto. Quizá lo ideal sería que sólo los dos primeros lugares jugarán por el título; en fin, otra de mis grandes ideas que nadie escucha. Por cierto, para acabar con lo de mis recuerdos, creo que la final UNAM vs Tigres del Apertura 2015 fue la mejor en la historia de la Liga MX.

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