Angelino de Arriaga tuvo una tarde de ensueño en la monumental plaza de toros Vicente Segura, donde cortó una oreja e indultó en la primera corrida que llevó a cabo la empresa Sarajuana en el coso hidalguense.
Desde el primero, curiosamente con el nombre Hidalgo, el tlaxcalteca hizo gala de su estilo en cada uno de los tres tercios, para coronar su actuación con una estocada certera que le valió
el apéndice.
En el segundo, Allende, puso al público de pie con las banderillas y en el último pegó muletazos que, aderezados con la música, volvieron loco al respetable. En cinco ocasiones intento clavar el fierro en el burel, pero en cada intento la afición pidió el indulto, que fue concedido por el juez.
Antes, el encargado de abrir las hostilidades fue Héctor de Ávila, quien tomó la alternativa en la Bella Airosa, teniendo como padrino a Angelino y de testigo a José Mauricio; sin embargo, no coronó su debut como matador con la oreja.