Quieren periquitas mexicanas.

Hace una semana que le abrieron la cartera al equipo del Real Club Deportivo Espanyol de Barcelona femenil y me cuentan que ya había empezado a hacer varias gestiones, pues tiene en la mira nada nada más ni nada menos que a Charlyn Corral, Kenti Robles y a Andrea Pereira, defensa del Atlético de Madrid.

El coordinador deportivo del equipo, Lauren Florido, no quiere que alguien se le adelante y pueda echarle a perder el negocio al conjunto de Barcelona, que quiere meterse esta campaña a la Copa de la Reina y la temporada venidera ir a pelear por los primeros lugares.

El Espanyol no anda tan perdido porque iría por la jugadora que se perfila para ser la Pichichi de la temporada, y luego de que el domingo pasado les metió cuatro, con más ganas van a tratar de fichar a quien fue su victimaria.

Por cierto que esta goleada de antología también fue un empujón para ir por Kenti y Andrea, dos de las mejores defensas de la Liga Femenil de España.

Para Kenti será una tentación porque significa volver a Barcelona, donde vive su familia; Charlyn seguro lo tendrá que pensar detenidamente, porque por ahí sigue rondando una oferta del futbol francés, un balompié de mayor nivel que el español, que no le desagrada a la pequeña gran goleadora del Levante.

DE SUBIDA
Y ya que andamos con temas del futbol femenil, déjenme les cuento que el sábado pasado, con todo y el esfuerzo de jugar 90 minutos con el sol del mediodía cayendo a plomo sobre la cancha principal de La Cantera universitaria, hubo una jugadora de Pumas que dio, literalmente, un extra que pocas ofrecieron tras el empate 1-1 con el América.

Como ustedes sabrán, y si no les cuento, para bajar a las canchas de La Cantera hay que recorrer un camino larguísimo que incluye un largo túnel antes de encontrar tierra prometida. Cuando vas en coche no pasa nada, pero cuando te la avientas a pata, son casi 20 minutitos de camino y, si es de salida, además súmale un tramo de subida.

Bueno, pues Hireri Velásquez, mediocampista de las universitarias, tuvo que chutarse este recorrido después de jugar a tope los 90 minutos contra las Águilas, y todo porque sus familiares no encontraron un mejor lugar para estacionar su auto que en la parte de arriba.

Pero lo lindo del caso es que durante todo el recorrido, Hireri fue sonriendo, feliz de haber jugado un partido tan importante y hasta saboreando un bocadillo que aligeró la caminata, rifándose como las grandes, tal y como ese mismo día lo hizo en la cancha.

Como ella, varias jugadoras del Ame también se chutaron la subida, dejando en claro que cuando se pelea por un sueño como el de ser futbolista profesional, no hay subida que duela.

San Cadilla