De las manos de seis presos, piñatas que adornan la ciudad
 
Hace (88) meses
 · 
Compartir:

Un lugar sombrío con olor a periódico y pintura, donde se transforma papel y globos en objetos coloridos que, con motivo de las fiestas decembrinas, adornan las calles de Pachuca. En ese sitio se hallan seis reos que elaboran piñatas como una manera de pasar el tiempo, sacar su lado creativo y ganar algo de dinero.

Es el taller ubicado dentro del Centro de Reinserción Social (Cereso) capitalino. Con su colorido ya no sólo se observa el caqui y blanco del vestido de quienes se encuentran privados de su libertad, así como el azul marino de los custodios: se ve el rosa con turquesa o el amarillo con violeta, junto a objetos de diferentes formas que esperan la pintura y los detalles. 

Los seis presos se encuentran por culminar un pedido de 250 piñatas, de cinco y siete picos, solicitado por el gobierno de Hidalgo. Sus creaciones adornan durante la época decembrina las principales calles de la ciudad: avenida Juárez, Guerrero y las aledañas a la sede del Poder Ejecutivo. Ya entregaron la primera parte del encargo; en próximos días darán el resto. El trabajo les dejará ganancias por 50 mil pesos.

El encargado del taller guía y recibe a los visitantes desde la entrada del penal, donde empieza la zona que alberga a más de 4 mil personas recluidas. Es “como un pequeño pueblo”, adelanta el representante de la Secretaría de Seguridad Pública de Hidalgo (SSPH).

El penal tiene una iglesia cristina, otra católica; lugares donde se vende comida; una bocina en la que se escuchan cumbias; canchas de futbol y frontón. En algunas celdas se observan antenas parecidas a las del servicio del cable.

A un costado de donde se practican deportes, se ubican los talleres de carpintería, de elaboración de prendas de la empresa Carnival y de armado de piñatas.

Los internos (según las personas del taller) salen del encierro a las siete de la mañana y a las cinco de la tarde vuelven a él. Algunos realizan deporte, otros elaboran artesanías, hacen comida para vender, para pagar algunos servicios en el centro. “No te voy a decir porque me quieres sopear. Sí hay privilegios”, exclama un interno.

Julián dirige la elaboración de piñatas, tiene 11 años de vivir en el Cereso de Pachuca, es originario de Santa Martha Acatitla, Ciudad de México. Sentenciado por el delito de asalto, cometido en Tizayuca, estaba recluido en la cárcel distrital de ese municipio, pero lo trasladaron a Pachuca. En enero o febrero de 2017 saldrá en libertad.

“Mi idea es poner una piñatera, voy a ser mi propio jefe, porque si saben que saliste de la cárcel, (los empleadores) la piensan para ofrecerte trabajo. Aparte inviertes poco y ganas bien. Imagínate si trabajo desde agosto… por estas fechas descansaría”, idealiza.

El hombre, de 36 años, relata que antes de la fuga de tres reos del penal, el 5 de noviembre, se quedaba hasta la madrugada en el taller; luego del hecho ya no se le permite. “Me estaba hasta las cuatro de la mañana para acabar con los detalles, pero ya dijeron que no. El otro director era más buena onda. Como le dije a la licenciada (encargada del área jurídica del penal), que yo ya me voy y no cometería una tontería de esas”.

Le preocupa que al dejar la cárcel el taller baje la producción, ya que tienen clientes como gobierno y tiendas de piñatas.

Tal vez se quede al frente Antonio de Jesús, otro de los reos: “Es mi mano derecha”. Él está sentenciado a 12 años por robo y asalto. De su pena ha compurgado ya siete años. Es originario de Pachuca y su labor  es colocar los picos a los globos y decorar piñatas. Por su trabajo gana mil pesos a la semana.

En el taller también labora Aarón, de 27 años, quien hace dos meses reingreso en el Cereso. “Soy reincidente y vengo aquí (al taller) para despejar mi mente porque en el pueblo (el centro penitenciario) no hay nada que hacer y esto se me hace bonito”.

Él trabajaba en el taller de Carnival, pero tuvo una pelea con otro interno y lo corrieron. Ahora recibe 200 pesos semanales.

Julián asienta que muchos reos van una semana o un tiempo, luego se aburren o simplemente dejan de ir.

“Aquí sí puedes hacer algo. Las piñatas grandes las vendo en 250 pesos y en 100, las pequeñas”. Estas últimas, sabe, las colocarán en el Río de las Avenidas, con luz en toda la orilla.

“Nos enseñaron. Me gustó que algo de aquí, pues tenga luz”, algo que le conforta.

Compartir:
Etiquetas:
Se dice
/seDiceGift.png
Especiales Criterio
/transformacion.jpeg
Suscribete
/suscribete.jpg
Más popular
Por Redacción Criterio . 17 de abril de 2024
Por Redacción Criterio . 19 de abril de 2024
Por Redacción Criterio . 11 de abril de 2024
Por Redacción Criterio . 19 de abril de 2024

© Copyright 2023, Derechos reservados | Grupo Criterio | Política de privacidad