Cada cuatro horas fue levantada una denuncia por robo a casa habitación durante el 2015 en Hidalgo y tuvo un repunte en diciembre, ya que casi triplicó el número, según las estadísticas que presenta el secretariado ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).

De acuerdo con la organización México Evalúa, a nivel nacional sólo se denuncia cerca de 30 por ciento del número de ilícitos que se cometen. En 2015, fueron mil 970 los robos sin violencia a casa habitación.
Estas estadísticas, se dio a conocer, van de la mano con los relatos sobre robos cometidos en Pachuca y sus alrededores, ante la ausencia de policías en la calle que realicen la labor
de vigilancia.
Claudia es una mujer de poco más de 60 años que vive sola; sin embargo, sus hijas la visitan de manera regular.
Un día escuchó ruidos en la sala y luego de varios gritos, para saber quién de sus hijas había llegado, notó en el espejo del pasillo que varios hombres desconectaban televisores y demás aparatos.
El ruido que hizo los alertó y salieron corriendo. Habían violado la puerta de seguridad, roto la chapa de la sala y abierto un cancel con barreta.
Esa noche no se llevaron nada; sin embargo, al tercer día se brincaron a las dos de la madrugada y se llevaron una motocicleta que estaba en el patio. No hubo denuncia penal.
En otro relato, una mujer dijo que ya habían transcurrido 15 días y cada día perdía más el tiempo esperando que los investigadores pudieran esclarecer el asalto que sufrió en su propia casa.
Los interrogatorios cada vez eran más tortuosos y, junto con su hija, sintió que ya trasponían su intimidad, cuando sólo se trataba de buscar a cuatro delincuentes que viajaban en una camioneta verde y que llegaron para atarlas y amenazarlas de muerte si no se dejaban robar todos los artículos de valor.
El acoso de los agentes llegó a tal grado que ya se sentían las culpables del asalto. Decidieron no contestar y dejar lo robado en el olvido.
Otro ejemplo más se dio cuando por tercera ocasión pobladores vieron una camioneta Van blanca de carga que cruzó por la misma calle en menos de media hora. Los que viajaban a bordo buscaban a detalle cada casa de Campestre Villas del Álamo, sin cubrirse el rostro, sin esconderse. Esa noche fueron reportados tres robos en la misma cuadra. Los servicios de emergencia fueron alertados por uno de los vecinos; sin embargo, le pidieron no caer en pánico y considerar que a lo mejor era una pareja dando la vuelta.
Hay historias semejantes en cualquier café, supermercado o centro de trabajo, pero parecen no existir ante costosos sistemas de vigilancia que parecen obsoletos.