Una devastación sistemática han sufrido las zonas boscosas de Hidalgo desde 1940, a razón de cerca de 10 mil hectáreas por año, lo cual genera daños irreversibles en la manutención de especies animales, vegetales y, sobre todo, ha impactado en la recarga de los mantos acuíferos.

De acuerdo con el inventario estatal forestal, este impacto negativo prevalece, razón para que las áreas arboladas y de matorrales apenas alcancen 39.5 por ciento del estado, es decir, 817 mil 640 hectáreas.
El gobierno estatal citó en su último plan sexenal el propósito de revertir esta tendencia que amenaza a la vida silvestre y bienestar de las familias hidalguenses. Además, planteó recuperar la superficie perturbada por cambios de uso del suelo con fines agropecuarios, tala clandestina, pastoreo excesivo, plagas y enfermedades, incendios forestales, crecimiento de la mancha urbana.
Conforme a los antecedentes, durante 34 años los propietarios de bosques fueron impedidos para un aprovechamiento de las zonas forestales, lo que provocó una devastación de 397 mil hectáreas, ante la inoperancia de estas vedas.
Y es hasta 1979 cuando se emiten los primeros permisos para el aprovechamiento forestal en la sierra hidalguense y en la zona Tepehua, sin embargo ello no impide que los depredadores cesen en su intento por alcanzar beneficios económicos a partir de los recursos maderables y vegetales.
Según el inventario, todavía existen 454 mil 486 hectáreas de bosques, 252 mil de matorrales, 97 mil hectáreas de selvas. Estas últimas son las más afectadas, al reportar una pérdida del 80 por ciento de acuerdo a los antecedentes documentales de Conafor.
La importancia de los bosques se finca en la necesidad de alimentar los mil 550 cuerpos
de aguas, entre pozos profundos y norias, que permiten el abastecimiento de 659 mil metros cúbicos anuales, mismos que tienen un uso principalmente agrícola, luego al servicio público; 11 por ciento para el industrial, y otro 2 por ciento para la generación de energía eléctrica.
Esta pérdida forestal pone en riesgo que Hidalgo se encuentre entre los cuatro primeros estados con mayor número de aves y anfibios, así como de diversidad de encinos.