Antes de comenzar el tradicional desfile del primero de mayo, cada uno de los 50 mil maestros de la Sección XV del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) era uniformado, al bajar de los camiones, con una gorra, una sombrilla y una playera con un estampado con forma de huella dactilar que decía: “Maestros que dejan huella”.

Desde las 7:00 horas el contingente de profesores se concentró en el complejo deportivo Revolución, en Pachuca. Ahí supervisores con chaleco negro del SNTE anotaban en hojas de papel el nombre de cada asistente a la marcha.
“Unidad, unidad, unidad” fue la palabra más resonadas a lo largo de la avenida Juárez y calles del centro de la ciudad, donde Francisco Sinuhé Ramírez Oviedo, líder del SNTE en Hidalgo, encabezó al contingente.
Dos horas después, otros contingentes, como el del SME, el sindicato de telefonistas, la CNTE, la CEMPA, FIOAC y la UFIC, se integraron a la marcha para exigir al gobierno la recuperación de los derechos laborales adquiridos durante años.
“Compañeros, esto no es una fiesta, es una lucha: defendamos la educación del pueblo”, gritaba a una mujer que sostenía con ambas manos una bandera rojinegra que decía “CNTE”, sobre la calle Guerrero, ante la mirada de los maestros del SNTE.
La marcha para conmemorar el Día del Trabajo también fue festín para una veintena de comerciantes fijos y ambulantes, quienes por la mañana comenzaron “su agosto” con la venta de tamales, jugo de naranja, café y atole; por la tarde prosiguieron con tortas, agua, refrescos, fruta picada y antojitos típicos.
La marcha terminó con una estela de basura tirada por las calles y avenidas de la ciudad por donde marcharon los educadores de Hidalgo. También fue un día de trabajo para el servicio de Limpia de la capital.