Entre experimentar y depender de una droga existe “una línea muy delgada”, afirmó Azucena Castillo Ortega, psicóloga de la salud.
Las adicciones representan una dinámica en la que los factores genéticos y el aprendizaje de conductas influyen directamente, detalló.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), seis de cada diez jóvenes mexicanos dijeron haber consumido alcohol alguna vez, y tres de cada diez, tabaco.
La especialista planteó una teoría propia, en la que sugiere que el paciente no es un enfermo, sino que “es el síntoma de una familia enferma, por lo que es importante trabajar con todos ellos”, señaló.
Asimismo, sugirió que los tratamientos deberían ser grupales, no individuales, situación que influye en que el índice de recaídas sea “altísimo”.
“Es necesario que él sane su relación con sus padres, con sus hermanos, a veces hasta con sus abuelos”, afirmó la psicóloga.
Según la encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y a Delincuencia 2014, uno de cada diez jóvenes en el país probó alguna vez una droga ilegal.
“La familia tiene que colaborar, aprender a pedir perdón, porque en un alcohólico, 99 por ciento del origen de la adicción es por el daño que sufrió antes, por situaciones no resueltas”, afirmó.
Aseguró que un “alto porcentaje” de casos de adicciones están directamente vinculados a situaciones de abuso sexual, sobre las cuales, explicó, no necesariamente se refiere a una penetración, sino a tocamientos, juegos, mostrar pornografía a temprana edad e incluso tener madre sexoservidora.
“Todo ello contamina su mente y la mayoría lo canaliza en drogas”, aseveró la especialista.
