La vida de Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca, uno de los fundadores de Los Zetas, que surgió como guardia perentoria de Osiel Cárdenas Guillén cuando era líder del Cártel del Golfo, así como la de Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación con Enrique Peña Nieto, inspiraron corridos que evocan sus trayectorias en el crimen organizado y en la política, respectivamente.

El acordeón, como instrumento principal, acompañado de guitarra y contrabajo, viste la historia de éstos y otros personajes hidalguenses –narrada a través de este género musical–, desde Cipriano Chárrez Pedraza, diputado local por el Partido Acción Nacional (PAN), hasta Óscar Pelcastre Almanza, el obispo negro del culto a la Santa Muerte.

El corrido en honor a Osorio Chong fue incluido en un disco compacto con 17 canciones dedicado al exmagistrado del Poder Judicial Leonardo Ramírez Álvarez, entre las que se encuentra la pieza musical Tres años después, en la que presume la pavimentación de una calle “que hasta los viejos recordarán” y la construcción de un nuevo edificio de la alcaldía.

 “El gobernador nos apoyó demostrando solidaridad. Con decisión, recursos destinó, Miguel Osorio Chong, mil gracias de verdad”, reza la exaltación de Ramírez Álvarez, conocido por el sobrenombre de El Chapey, quien también posee una pieza musical que, al igual que la del responsable de la política interna en el país, interpreta el cantante de música regional mexicana Jaime Reyes. “Yo soy Chapey, de las gestiones voy a dar a conocer. Tiempo no hubo para perder, por eso Actopan contigo pudo crecer”, dice la audionarrativa, la cual enaltece que en el municipio, durante la gestión del priísta, “hasta oficinas y auditorios se creó (sic)”. 

Cipriano Chárrez, quien fue sustituido en marzo como coordinador del grupo parlamentario de Acción Nacional (PAN) en el Congreso estatal, protagoniza, igualmente, un corrido que versa sobre su infancia, su mandato municipal y su predilección por el whisky.

“Pa’ gobernar a la gente, hacen falta muchas paguas, Cipriano fue presidente, de Ixmiquilpan tierra brava, su trabajo es evidente: fueron hechos no palabras”, refiere la canción, en la que el intérprete afirma que “cuando le pega la gana, sabe disfrutar la vida, puro máster el buchanans, su bebida preferida”. Del panista añade que “hay mucha gente a su mando cuidando en todo momento”.

La banda El Legado, en tanto, entona la pieza dedicada al secretario general de la Federación de Organizaciones Independientes del Estado de Hidalgo (Foideh), en el cual relata su devoción a La Niña Blanca.

Entre arpegio y requinto de guitarra, con estribillo y solo de acordeón, la agrupación canta: “En las calles se ha ganado el apodo del Perro porque se ha rifado, su nombre es Óscar Pelcastre y su amigo es el diablo”.

El preludio dice: “Tiene muchos enemigos porque la envidia está en todos lados, han intentado matarlo y mucho dinero por él han pagado. Su amiga es la Santa Muerte, pues allá en Pachuca tiene su santuario”.

El Perro, asevera El Legado, “triunfa en negocios” y a sus enemigos, advierte, “los hace pedazos”, no hay nada que lo detenga.

Lo que el gobierno sabía de El Z-3 por un corrido

En Los señores del narco (Grijalbo, 2010), la periodista Anabel Hernández revela que en el Centro de Estudios y Fuerza Aérea, que depende de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), existe una materia en el ámbito de la inteligencia militar denominada “Análisis de contenido de narcocorridos”. En clase, refirió, los militares examinan las canciones para saber de sus enemigos. “Son conscientes de que la mayoría de los narcocorridos llevan la aprobación de quienes los inspiraron, y que invariablemente una parte de la letra es verdad”.

Un corrido en honor de El Lazca, el de La Pahua, exalta que “su lealtad es muy notoria (…) siempre lleva en su memoria que oriundo es de su Tezontle”.

“Su residencia es Pachuca, pero anda a salto de mata, cree mucho en su huesuda, ese Pahua es una reata, con el trae una tartamuda cuando de matar se trata”.

En otro fragmento realza que Lazcano “ya es alto mando” y “muchos capos lo respetan, lo cuida todo un comando, el gobierno está en alerta, hacía falta en Hidalgo un gran comandante zeta”.

Esta composición, cuya autoría se desconoce, da cuenta de que Arturo Guzmán Decena, el Z-1, le ordenó al exmilitar tomar la plaza de su estado. La historia coincide con la declaración de Rufino, exasistente de Osiel Cárdenas Guillén convertido en testigo protegido, quien aseveró que en 2000 El Lazca y Los Zetas ingresaron al estado.