Fue en 2002 cuando Lorena Cruz Martínez, una mujer de Villa de Tezontepec, tomó la decisión más difícil: dejar su país para migrar a Georgia, Estados Unidos, para encontrase con su esposo y sus cuñados, los cuales, desde hacía años, se habían adelantado para buscar mejores condiciones de vida.

Tras cruzar la frontera, como migrante, Lorena llegó a trabajar y con el ánimo de superarse. “Puse un negocio de cocina mexicana, de antojitos; trabajé mucho, pues no alcanza el dinero”.

En 2005 cuando nació su primer hijo, Edwin, y al año siguiente dio a luz al segundo, Miguel Ángel. “Fue por ellos que le tuve que echar más ganas para trabajar y darles un mejor futuro”.

Todo iba bien hasta que, en 2011, se enfermó. Los médicos la desahuciaron y tuvo que regresar junto con su familia a Hidalgo, donde, con el cariño y apoyo de su familia, salió adelante.

Pero se enfrentó a otro problema: no podía inscribir a sus hijos en la escuela ni en los sistemas de salud, pues sus actas de nacimiento son americanas.

“No tenían un acta mexicana, eso fue muy complicado, pues para hacer algún trámite para las autoridades locales ellos son extranjeros, y para sacar un acta de doble nacionalidad cobraban entre 8 y 10 mil pesos por niño. Imposible y demasiado caro”, dijo Lorena

Sin embargo, ayer Edwin y Miguel Ángel, junto con otros 223 niños hijos de migrantes hidalguenses recibieron actas de doble nacionalidad apostilladas, traducidas y certificadas, gracias a un programa de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) y del Sistema DIF Hidalgo.