Hidalgo fue desplazado del primer lugar, que mantuvo durante cuatro años, como la entidad con mayor incidencia de mordeduras de perro en el país.

Cifras superiores a 12 ataques diarios se registraron de 2006 hasta 2010, lo que colocó a la entidad en el primer plano nacional con mayor incidencia de casos por cada cien mil habitantes, seguido por Puebla y Durango.
Esta cifra disminuyó en el último lustro hasta nueve casos.
Datos de la Secretaría de Salud (Ssa) muestran que en 2016 reportan 580 ataques de perros, tanto callejeros como con dueño, que atentan primordialmente contra menores de edad y personas de la tercera edad.
El número de casos en 2014 y 2015 alcanzó la cifra de 3 mil 751 y 3 mil 646 casos, respectivamente, lo que muestra la disminución paulatina de agresiones caninas.
Junto a este problema, el Instituto Nacional de Salud Pública advierte que la principal contaminación de los suelos de zonas habitacionales se debe a las heces fecales de perro.
El estudio de la dependencia federal señala que existe “un alto grado” de resistencia por parte de esos desechos a los efectos del medio ambiente, por lo que pueden sobrevivir desde meses hasta años en tanto llega un nuevo “portador”.
El resultado de esta contaminación se traduce, según los especialistas, en infecciones intestinales y amebiasis, que afectan primeramente a los dueños y, de forma secundaria, a quienes conviven con los paisajes donde los perros pasean o juegan.