Lina Matilde Sánchez aspira a ser la primera Catrina tatuada del mundo; por ello, decidió hacer de su rostro y cuerpo un lienzo y su obra más significativa, gravando los ornamentos que componen a la originalmente llamada Calavera Garbancera.
“La idea es tatuar todo el cuerpo, en este mismo lienzo (su cuerpo), agregar la parte de la historia cuando Diego Rivera viene y viste a La Catrina. Para mí este proyecto es mi vida, encontré mi identidad aquí (México) y es lo que tengo de aquí para adelante”, afirmó la tatuadora colombiana en entrevista con Criterio.
La trazadora de dibujos sobre la piel llegó a vivir en Pachuca en 2014, después de haber conocido a su esposo mexicano, en Colombia, en una expo de tatuajes. Recordó que cuando llegó a este país vio calaveras en dulces, maletas y en todos lados, lo cual la emocionó.
“Es que en Colombia encontrar una calavera es muy difícil. El que tenga un cráneo es del diablo, eso allá es muy malo y a mí me gustaban mucho”, mencionó.
En 2015, después del concierto de Lila Downs, en el marco del Segundo Festival de Culturas Indígenas de Ixmiquilpan, Lina Matilde decidió tatuarse el rostro.
“Salgo de ese concierto de Lila y eso fue como una sobredosis, y le dije a mi esposo que me tatuara de cráneo.
“Entonces, me empecé a empapar con la historia, investigué la historia de la Catrina. Cómo puede ser que no exista una Catrina de carne y hueso. Y le dije a mi esposo ‘tatúame’”, recordó.
El primer tatuaje que compone la obra es una flor de amapola, la cual representa el momento en que La Catrina adormece al pueblo y se lleva a las almas, narró. Posteriormente, en un lapso de dos años, terminó la primera fase del proyecto.
En la Expo Tatuaje Internacional Guadalajara 2016 presentó su proyecto de vida, posteriormente, en la Expo Tatuaje Puebla y la Expo Tatuaje Irapuato. Actualmente espera una respuesta por parte de los Récords Guinness para obtener el título de la primera Catrina tatuada del mundo.
La artista plástica y enfermera por profesión señaló que sus primeros acercamientos con los tatuajes fueron a finales de la universidad, cuando uno de sus amigos tenía una máquina casera para gravar, compuesta por agujas y un pequeño motor. Uso su cuerpo como lienzo por primera vez.
Terminando la licenciatura en Artes Plásticas, durante su primer embarazo, adquirió un equipo para tatuar en Bogotá, “el cual no sabía ni como armar”, pero un programa de televisión le dio la instrucción necesaria.
Posteriormente tomó un curso para aprender lo básico en cuanto a técnica y bioseguridad. Después de haber practicado sobre piel de cerdo, dijo, se sintió lista para abrir su estudio y dedicar su vida a tatuar. Ahora, con dos hijas, lleva 12 años de carrera.
Matilde es dueña de La Catlina Tatto, estudio ubicado la colonia Parque de Poblamiento.
“Yo quisiera romper muchos paradigmas que tiene el tatuaje en la sociedad.
“En México no he tenido ningún problema. La gente no se da cuenta, piensan que estoy maquillada, y la gente que sabe que estoy tatuada en ningún momento me han hecho una mala crítica”, sostuvo.
