“Si quieren ver resultados, que den las herramientas”
 
Hace (79) meses
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Poco antes de salir de clases los alumnos de la primaria Benito Juárez, en Ecuatitla, Huejutla, juegan un partido de basquetbol. Dos equipos de niños y niñas disputan el balón; su profesor a ratos es espectador y en otros, parte del juego. 

La escuela imparte educación bilingüe; sin embargo, durante el ciclo escolar que concluyó en julio no todos los alumnos recibieron libros de texto gratuitos de educación indígena.

 


La cancha es de concreto y está techada, pero el plantel únicamente cuenta con dos aulas. En una toman clases los alumnos de primero a tercer grado, y en el otro, los de cuarto a sexto.

José Fortunato Méndez Hernández es director de la institución y profesor de los alumnos de los tres últimos grados. Él y la maestra Jazmín Hernández conforman la plantilla docente que atiende a 33 alumnos.

Ecuatitla es una pequeña comunidad de 200 habitantes.Para sobrevivir, indica el director, los padres de los menores salen a la pisca a otras entidades del país. Por ello, muchas madres de familia se quedan a cargo de los niños.

En Huejutla, de una población total de 129 mil 919 habitantes en 2015, 19.26 por ciento con 15 años y más de edad es analfabeta, y 17.15 por ciento no tiene primaria completa, de acuerdo con el Consejo Estatal de Población (Coespo).

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Benito Juárez es una escuela de tiempo completo (ETC); es decir, la jornada escolar es más amplia y, además de ofrecer alimentación a los alumnos, brinda materiales educativos adicionales para la renovación de los espacios físicos y el equipamiento de los planteles.

Mensualmente el plantel recibe 9 mil pesos para alimentos, recurso que tiene que ser administrado en dos comidas diarias a cada uno de los 33 alumnos; es decir, cada niño es alimentado con 272.72 pesos al mes.

En este municipio, durante 2010, 50 mil 883 personas no tuvieron acceso a la alimentación, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
En el presente año, indica Méndez Hernández, el programa ETC otorgó a la primaria de Ecuatitla 90 mil pesos, presupuesto que resultó insuficiente por las necesidades del plantel.

Con esto, remodelaron la cocina, compraron computadoras, enseres de limpieza y material didáctico, pero “no fue suficiente”.


“Quedó pendiente la loza de la cocina, el techo aún es de lámina. Además, se requiere una oficina para ocuparla como dirección, porque la actual funciona para muchos fines, ahí tenemos el equipo de cómputo, está la biblioteca, e incluso hay refrigeradores”.

Además de lo anterior, más aulas; “urge”, remarca el directivo, bardear el plantel, pues la malla ciclónica que lo rodea es antigua y no impide el paso a víboras y sapos.

“Recién cuando llegué me tocó atrapar una víbora, no estaba muy grande, pero se metió por la malla; en otra ocasión me encontré otra en los baños”, recuerda el profesor, quien de sus 26 años de servicio éste es el primero que pasa en Ecuatitla.

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Alumnos y docentes en ocasiones tienen que hacer uso de los mismos sanitarios, ya que no hay módulos diferenciados; “ésta es otra necesidad más de la institución”, admite.

“Casi todas las escuelas de región tienen alguna carencia, no hay recurso suficiente para los niños ni para el material del maestro; el maestro sabe cómo diseña sus materiales para la enseñanza y si puede avanzar, se avanza”, resume el docente.

Aunque la matrícula de la institución no es grande, reconoce que es difícil combinar sus tareas como profesor y director, debido a las responsabilidades administrativas que debe cumplir.

“Como profesores, no se dificulta, pero como responsables de una escuela hay muchas cuestiones administrativas, llenar mucha documentación, en vez de atender el grupo al cien por ciento, tenemos que quitar tiempo de clase para eso y cuestiones administrativas”, asegura Méndez Hernández, quien tiene a su cargo cuarto, quinto y sexto grados enla institución.

Faltan libros y material

En el salón que ocupan los alumnos más pequeños, de primero a tercer grado, se escuchan gritos y risas. Jazmín Hernández, profesora de estos grupos, trata de poner atención a todos.

Los muros del aula se encuentran decorados con materiales de apoyo en español y en náhuatl.


Aunque en Ecuatitla reciben educación bilingüe, algunos niños se quedaron sin libro de educación indígena; por ello, su maestra tuvo que descargar el manual o fotocopiarlo.

“De mis grupos de primero, segundo y tercero no todos los alumnos cuentan con libros de texto, y es lo básico. Cuando nos vienen a evaluar nos dicen que el niño no ha avanzado, pero aparte de atender a los tres grupos juntos, tenemos que ver cómo el alumno va a desarrollar las actividades sin contar con el material básico, que es el libro”.

Hidalgo, en educación básica, en el área de Lenguaje y Comunicación, de acuerdo con la prueba Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (Planea) 2015, obtuvo un puntaje promedio de 512.

Este resultado es mayor en apenas 12 puntos con respecto al promedio nacional, que fue de 500.

De cinco alumnos de primer grado, únicamente tres cuentan con libro de lengua indígena; mientras, de segundo sólo siete de diez alumnos obtuvieron el mate-rial didáctico.

“En esta zona escolar se le da prioridad a escuelas grandes; a las pequeñas, como nosotros, no”, reprocha Hernández.

Las carencias de la escuela afectan el rendimiento escolar, advierte, porque los niños, al no contar con los materiales, dejan de acudir a clases, no se concentran y sus calificaciones son bajas.


Además, en matemáticas, Hidalgo alcanzó un puntaje de 517; el promedio nacional fue de 500, de acuerdo con los datos disponibles de Planea.

“Cuando le pedimos una actividad al alumno, pero no cuenta con los materiales, no podemos decir que adquirió cierta habilidad o aprendizaje”, asegura.

Con apenas seis años de experiencia como profesora frente a grupo, Jazmín hace un llamado a las autoridades educativas para que doten al plantel de materiales, libros, tecnología y computadoras, que son necesarios.

“Si quieren ver resultados, las autoridades tienen que proporcionar a los maestros herramientas para trabajar bien”.


La profesora destaca que no está en desacuerdo en que se evalúe a los docentes; sin embargo, es necesario considerar el contexto en que se desempeñan tanto ellos como los alumnos, “las carencias de la escuela también las vivimos nosotros”, asegura.

“El gobierno siempre piensa en evaluar al docente, pero no se da cuenta de cómo viven los alumnos en sus casas, si tienen buena alimentación o no. No sabemos las carencias que ellos tienen en
sus hogares”.

La profesora originaria de Atlapexco reconoce que no es sencillo trabajar con tres grupos al mismo tiempo, pero también lo ve como un reto.

“Es complicado abordar contenidos con tres grupos, he dado clases en todos los grados, pero es primer ciclo que trabajo con tres grupos. Es un reto, pero tengo que entregar resultados a las autoridades educativas, a los alumnos ya sus padres”.

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