Considerado uno de los más grandes escritores del siglo XX español, Camilo José Cela fue un personaje fuerte, de muchos rostros, cuya pluma lo mostró
costumbrista, provocador, maestro, sabio, caballero, erótico
y vagabundo.
De madre inglesa y padre español, Cela nació el 11 de mayo
de 1916, en Iria Flavia de La Coruña, España.
Según sus biógrafos en España, “lo primero que escribió fue un consultorio sentimental para la Sección Femenina, tras haber pasado, fugazmente, por la Facultad de Medicina, haber asistido, en calidad de oyente, a clases de Filosofía y haber sobrevivido a la Guerra Civil, que
años después describió como terrible e innecesaria.
De acuerdo con información registrada en www.cvc.cervantes.es, tras su recuperación en 1934, Cela ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, sin embargo, no mucho tiempo después abandonó sus estudios y comenzó a asistir como oyente a la Facultad de Filosofía y Letras, donde el poeta Pedro Salinas (1891-1951) impartía cla-
ses de literatura contemporánea.
En la facultad conoció a figuras literarias como Alonso Zamora Vicente, María Zambrano y Miguel Hernández, en una época en la que entró en contacto con algunas de las personas más influyentes para su literatura.
Al estallar la Guerra Civil, Cela formó parte del bando nacional y concluyó la primera de sus obras Pisando la dudosa luz del día poco tiempo después, fue herido en el frente de batalla y hospitalizado nuevamente.
Cela abandonó la carrera de Derecho para dedicar su vida enteramente a la literatura, y en 1944 escribió La colmena, obra que inmediatamente fue prohibida en España y la cual
tuvo que esperar hasta 1951 para ver la luz.
En 1956 funda y dirige desde Mallorca la revista de creación literaria Papeles de Son Armadans, la cual es fundamental para entender la literatura española de posguerra, y se mantuvo activa hasta 1979, llegándose a editar 276 números durante sus 23 años de vida.
En los años siguientes, publicó obras notables como Cristo versus Arizona y Mazurca para dos muertos, ambas terminaron de consagrar el nombre del autor como uno de los mejores escritores del Siglo XX. Los homenajes le llegaron pronto cuando en 1987 ganó el premio Príncipe de Asturias, al que le seguiría el Nobel de Literatura en 1989 y también el Miguel de Cervantes en 1995, por mencionar algunos.