El castigo de las urnas
 
Hace (95) meses
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Seis gobernadores priistas recibieron un voto de castigo tras polémicas administraciones: Carlos Lozano, en Aguascalientes; César Duarte, en Chihuahua; Jorge Herrera Caldera, en Durango; Roberto Borge, en Quintana Roo; Egidio Torre Cantú, en Tamaulipas y Javier Duarte, en Veracruz.

 

Pero otros dos gobernadores, emanados de una alianza que en 2010 ofreció alternancia y cambio, también fueron reprobados: Gabino Cué, en Oaxaca, y Mario López Valdés, Malova, en Sinaloa. Ambos ex priistas.

 

En cuatro entidades hubo un refrendo al partido gobernante. Hidalgo, Tlaxcala y Zacatecas, en el caso del PRI. Y Puebla, en el caso del PAN. Pero en los cuatro, el partido ganador obtuvo menos votos que en la anterior elección de gobernador.

 

En Hidalgo, el PRI había ganado la gubernatura en 2010 con 50.2 por ciento, y ahora obtuvo 38.6 por ciento; en Tlaxcala, cayó de 46.4 al 33.4 por ciento, y en Zacatecas, del 43.1 al 32.8 por ciento.

 

En Puebla, el PAN conservó la gubernatura, pero cayó del 50.4 al 45.3 por ciento de la votación. Antonio Gali obtuvo 805 mil votos, 300 mil menos de los que llevaron a Moreno Valle al poder hace seis años.

 

¿Alternancia?

 

Cinco de los estados que tuvieron elección de gobernador nunca habían experimentado la alternancia política (Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz). De ellos, sólo Hidalgo quedará bajo dominio del PRI.

 

Pero de los cuatro gobernadores “de alternancia”, hay tres que se formaron en el PRI, y que compitieron arropados por una alianza PAN-PRD: José Rosas Aispuro, en Durango; Carlos Joaquín, en Quintana Roo, y Miguel Ángel Yunes, en Veracruz.

 

Se trata de políticos priistas que, en su momento, abandonaron el tricolor por no ser postulados a la gubernatura. Rosas Aispuro y Yunes ya habían sido candidatos aliancistas en 2010. Y Carlos Joaquín renunció apenas en enero a una militancia priista de más de una década.

 

En 2010, los aliancistas que ganaron una gubernatura (Gabino Cué en Oaxaca, Moreno Valle en Puebla y Malova en Sinaloa) asumieron públicamente un “compromiso democrático” en presencia de los dirigentes de los partidos que los postularon. Cué y Malova se apartaron de esos partidos, cuyos dirigentes también se desentendieron de ellos. Moreno Valle dejó de presentarse como aliancista y se asumió cien por ciento del PAN.

 

El experimento aliancista fracasó por distintos motivos en cada estado.

 

En Oaxaca, la fractura de la izquierda resultó letal para la coalición gobernante, y le abrió paso al PRI para regresar al poder con la votación más baja de su historia (32 por ciento).

 

La izquierda, que en 2010 se cohesionó y se unió al PAN para impulsar a Cué, se presentó a las elecciones con tres candidatos: José Antonio Estefan (PRD-PAN), Salomón Jara (Morena) y Benjamín Robles (PT). Juntos, los tres sumaron más de 910 mil votos el 5 de junio, equivalentes al 58.7 por ciento. Fracturados, su fuerza se diluyó frente a Alejandro Murat, el priista menos votado en la historia de Oaxaca.

 

En Sinaloa, Malova decidió colocar a su candidato a la sucesión en el PRI, y no en los partidos que lo llevaron al poder. PAN y PRD se dividieron, y el priista Quirino Ordaz los rebasó con facilidad.

 

Malova y Cué firmaron hace seis años un documento, en presencia del panista César Nava y el perredista Jesús Ortega. Luego se olvidaron de él.

 

El 8 de junio, en un acto similar, los dirigentes actuales, Ricardo Anaya y Agustín Basave, se presentaron con Rosas Aispuro, Yunes y Carlos Joaquín.

 

Su alianza, aseguraron, no será solamente electoral, sino de gobierno. Y se comprometieron a que esta vez sí habrá acompañamiento y seguimiento a los nuevos gobernadores.

 

Reconfiguración municipal

 

De los tres partidos más grandes, el PRI fue el que recibió el peor castigo, pues era el que más posiciones de gobierno pretendía defender.

 

Perdió seis estados que gobernaba y recuperó Oaxaca y Sinaloa. En total, dejará de gobernar a casi 13 millones de mexicanos a nivel estatal.

 

Pero su caída también se puso en evidencia en las elecciones de ayuntamientos: de las 549 presidencias municipales en disputa, el PRI gobernaba en 314, ahora sólo lo hará en 238.

 

Entre sus pérdidas, destacan las ciudades capitales de Chihuahua, Durango, Hidalgo, Quintana Roo y Zacatecas.

 

En las elecciones municipales, el PAN nuevamente es el ganador. Del total de las alcaldías en la contienda, gobernaba en 94, ahora lo hará en 91, pero a éstas se sumarán otras 73 que obtiene gracias a la alianza con el PRD.

 

El sol azteca registra una caída, de 57 a 22. Aunque su merma se equilibra gracias a la misma alianza con el albiazul.

 

Antes del 5 de junio, PAN y PRD -sumando las alcaldías con y sin alianza entre ambos partidos- ejercían el poder en 161 municipios de los 549 que se renovaron en este proceso electoral; después del 5 de junio, se perfilan para gobernar en 186 presidencias municipales.

 

En lo municipal, Morena también ganó terreno. Logró 16 presidencias: 11 de ellas en Oaxaca, tres en Zacatecas y una en Hidalgo.

 

El Partido Encuentro Social consiguió 10, de las cuales siete se concentran en Hidalgo, el estado del secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, que ya el año pasado, en las elecciones federales, arrojó resultados atípicos en favor del PES: 83 mil votos, que le permitieron asegurar su registro como partido nacional.

 

Los independientes conquistaron sólo siete alcaldías: dos en Tamaulipas, dos en Tlaxcala, una en Chihuahua, una en Hidalgo y una en Oaxaca.

 

El PVEM y el Panal, partidos satélites del PRI, ganaron 12 y nueve municipios respectivamente. Pero su alianza parcial o total con el tricolor en 11 estados les permitirá llevar su membrete a los palacios municipales.

 

Nuevos congresos

 

Además de las gubernaturas y presidencias municipales, las elecciones del 5 de junio generan una redistribución en los congresos locales.

 

Se votó por 388 diputaciones, de las cuales 239 fueron para legisladores de mayoría, los que son votados en un distrito local.

 

Al comparar las cifras de 2013 con las de este año, nuevamente se registra una caída del PRI y un incremento del PAN.

 

Antes de las elecciones, el PRI tenía 172 curules de mayoría, tras la jornada sólo suma 124.

 

Las pérdidas más significativas para el tricolor son Chihuahua -donde cae de 17 diputados de mayoría a 6-; Durango -los 17 distritos eran del PRI y ahora sólo consiguió 9-; Tamaulipas -de 22 distritos, tenía 16 y ahora sólo 6-, y Veracruz -donde bajó de 26 a 8.

 

El partido dirigido por Manlio Fabio Beltrones también registra pérdida de curules en Aguascalientes, Hidalgo, Quintana Roo y Tlaxcala. Y sólo recupera posiciones en Baja California, Oaxaca y Sinaloa.

 

El PAN subió de 46 a 124 en diputaciones de mayoría en los 12 estados donde se renovaron los congresos. Casi triplica su fuerza legislativa estatal, gracias a su votación en los ocho estados en los que el PRI perdió.

 

Se prevé que los nuevos gobernadores panistas de Aguscalientes, Chihuahua, Tamaulipas y Veracruz gobiernen con mayoría en sus congresos.

 

El PRD tuvo una caída, de 13 a 4 legisladores de mayoría. Y Morena, partido emergente para el que todo es ganar, sumó 12 legisladores de distrito en estas entidades.

 

La recomposición final de los congresos se dará una vez que concluyan los cómputos estatales y las impugnaciones que cada partido decida presentar ante tribunales.

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