Tras los señalamientos sobre el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Tula, los malos tratos han aumentado al interior del penal, señaló el abogado José Antonio Méndez, quien aseguró que en el tema de salud realiza represalias contra algunos presos.

En su edición del pasado 4 de abril, Criterio documentó que grupos de convictos que controlan la prisión exigen a los internos dinero para no ser molestados y tener acceso a enseres básicos como jabón o colchonetas para dormir, según la versión de algunos familiares.

El litigante, quien atiende al menos cinco casos de reos, dijo que las autoridades han tomado acciones severas, “pero no lo han hecho para poner orden, sino para castigar a quien o quienes denuncien las irregularidades al interior de la cárcel, donde un grupo de internos controla lo que sucede ahí”, dijo.

Para corroborar esta situación, este medio tuvo contacto con la madre de un preso, quien por seguridad omitió su nombre. La mujer originaria de Veracruz comentó que su familiar padece diabetes y la semana pasada las autoridades no le quisieron proporcionar insulina.

“Si no pagas lo que te piden, no tienes acceso a varios servicios, entre ellos el médico. La semana pasada mi familiar se puso muy malo, pues no le habían puesto insulina, afortunadamente nos avisó y tuvimos que hablar con las autoridades, quienes al final le dieron el medicamento”, expuso.

Según el estudio Nuestros muchachos. ¿Cómo son los jóvenes en las cárceles del país?, elaborado por la organización World Justice Project México, en una escala del 1 al 10, el Cereso de Tula obtuvo una calificación de 4.63.

El análisis ubica en las cinco peores posiciones al Cereso de Chilpancingo de Bravo, con calificación de 3.91; la penitenciaría central de Oaxaca, 4.11; el Cereso Benito Juárez, ubicado en Cancún, Quintana Roo, 4.17; el Cereso de Actopan, Hidalgo, 4.18, y el de Venustiano Carranza, en Nayarit, 4.37.

Jesús González I Tula