Ante la falta de un incinerador en el rastro de Apan, personal que ahí labora ha tenido que quemar, de manera improvisada y “rudimentaria”, órganos de animales sacrificados, que, según han detectado, son nocivos para la salud.
Así lo confirmó Saúl Mora Peralta, director del matadero. El funcionario explicó que lo anterior se realiza con la finalidad de evitar que las personas consuman vísceras contaminadas.
“Los órganos que se detectan que están infectados los incineramos en un bote metálico, con gasolina”, detalló; además, aseguró que los que están en mal estado son retenidos.
Afirmó que a las entrañas que decomisan les hacen una inspección visual, pues carecen de instrumentos apropiados para realizar una verificación completa.
“No tenemos un laboratorio para hacer los chequeos del animal vivo, se les hace ya muertos. Los que se han decomisado tienen unas manchitas de leche, que, a simple vista, no son recomendables para el consumo humano”, detalló.
Durante 2017, retuvieron, en promedio, 15 hígados de porcino y cuatro pulmones, los cuales fueron posteriormente calcinados. Éstos, dijo, fueron extraídos de animales con síntomas de alguna enfermedad.
“Muchas veces tienen problemas de neumonía, lo noto cuando vienen sofocados o con escurrimiento nasal. Me enfoco a los pulmones, si ya tienen adherencias, exudado de pus o algo más, los decomiso”, afirmó.
INSPECCIÓN VISUAL
El funcionario local explicó que las anomalías en los órganos se han detectado mediante una revisión a simple vista que hacen previo y después de que los animales sean ejecutados.
Tras la detección de un animal enfermo, avisa al propietario que el ejemplar será retenido, dijo.