El comercio ambulante en Tula representa un “foco rojo” para la administración local, reconoció el director de Reglamentos y Espectáculos, Juan Manuel Martínez, quien dijo que la práctica ha crecido recientemente.

“Es muy complejo tratar de contenerlos; se les retira de un lugar y se ponen en otro. Y mucho más difícil resulta controlar a quienes venden sus productos en carretillas, porque con un solo permiso trabaja toda la familia en diferentes puntos de la ciudad”, señaló.

El funcionario indicó que cuando tienen una autorización para vender se sienten con derechos, pero cuando se les retira, “no falta quién los proteja”.

Esto, “porque ahora somos ventilados en las redes sociales con videos y hasta en Derechos Humanos han iniciado quejas que por su ‘derecho a trabajar’”.

“El argumento es que tienen el derecho de ganarse la vida y por eso actúan de esa manera. Éste también es el motivo por el cual muchas personas llegan a la oficina a solicitar permisos para trabajar como ambulantes en el centro de Tula”, precisó.

Para mitigar el problema, colocarán letreros, en lugares visibles del centro, que contengan los artículos del reglamento municipal que prohíben el comercio ambulante.

Además, en los carteles, incluirán reglas de tránsito y vialidad para que los conductores los conozcan.

Consultados al respecto, vendedores semifijos y establecidos coincidieron en que este aumento lo ha provocado la propia autoridad, pues no han tenido la capacidad de sancionar o retirar a vendedores que, señalaron, incluso vienen de otros municipios de la región.

De acuerdo con Concepción, una comerciante del tianguis de Tula, el gobierno ha implementado medidas para sacar a los ambulantes, pero aun así llegan de otros lugares.

“El gobierno sí ha trabajado para erradicar el ambulantaje, pero sábados y domingos llegan muchos de fuera, de otros municipios. Traen desde ropa de segunda, accesorios electrónicos, hasta productos de papelería de muy mala calidad”, dijo y señaló ser fija.