La delgada línea entre inteligencia y espionaje
 
Hace (81) meses
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Los diputados de oposición ponen ahora el ojo en el espionaje en los estados de la república, donde los gobernadores han sido comparados con virreyes todopoderosos, quienes tienen recursos suficientes para mantener vigilados a aquellos que vean con malos ojos.
Pero el tema no es nuevo. Hace unos días hice un pequeño recuento de los señalamientos de espionaje que han acusado en Hidalgo llevan a cabo los gobiernos.
En la entidad todos conocemos a los famosos “orejas”, y quien ha salido a reportear sabe encontrar en ellos una fuente más de información, pero también aprende a cuidar lo que hace, dice o dejar de decir.
Por años, la secretaría de Gobierno del estado fue la sede de los escuchas oficiales, con subsecretarios repartidos en cada parte del territorio, con subsecretarios y funcionarios, cuya función ha sido la de espiar a la población. Quienes son los tipos rudos, los influyentes, los adinerados, los malandros, los panistas, los perredistas, los reporteros y los maiceados.
En teoría, un gobierno debe conocer a sus gobernados, cuáles son o podrían ser los detonantes de algún conflicto. La línea entre inteligencia y espionaje es tan delgada que en muchas ocasiones se ha roto.
De manera paralela al trabajo de la Secretaría de Gobierno, el partidazo —que ahora dirige Leoncio Pineda— tiene una fuerte estructura en aquellos municipios que domina. Delegados y subdelegados; ciudadanos jugando a la política de la mano de políticos. Ellos son las orejas del partido, quienes conocen sus colonias o fraccionamientos y saben quiénes son los rudos, los influyentes, los adinerados, los malandros, los panistas, los perredistas y los chismosos.
Durante el periodo electoral de 2010 tuve la posibilidad de ingresar a una casa de operaciones del partido en una colonia popular de Pachuca. En ella había mapas de la ciudad, con divisiones, con nombres de delegados y de posibles votantes. Tenían listas de “sugeridos” con copias de sus credenciales y las casillas en las que debían votar. Toda una estructura dedicada a espiar a la comunidad, replicada en las colonias y barrios, pueblos y comunidades.
Habrá quien me dirá que eso es trabajo de inteligencia, pero cuando esa inteligencia se utiliza con fines políticos, delictivos o para reprimir a quien no cae bien, eso se convierte en espionaje.
Pues mientras usted camina tranquilo por su calle, rumbo a la tienda, alguien lo vigila y cuida con quien habla, que ropa usa, que autos maneja y a qué hora sale a trabajar. Qué pinche miedo.

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