Hablar de áreas verdes y cambio climático, puede, en lo general, parecer inadecuado; sin embargo, las áreas verdes cumplen funciones ambientales en las ciudades vitales en la tarea de mitigar, pero también de adaptarnos al cambio climático.

Una ciudad como Pachuca o Tula, entre otras de la entidad, debe de contar con un programa para el establecimiento y mantenimiento de las áreas verdes y tratarlas como zonas de interés ambiental para el bienestar de sus habitantes.

Porque traer a la mesa de discusión y, acción, a las áreas verdes, es traer el tema del aire como elemento fundamental en lo urbano, en lugar de colocarlo como algo que se puede medir entre bueno, regular o malo. Es errada la forma en que vinculamos el tema del aire en las políticas ambientales.

Esto es indispensable en las ciudades, comprometidas o no, a través de una estrategia de cambio climático, porque podemos entonces valorar el papel que estas juegan en los procesos de mitigación y/o adaptación que se promueve desde ellas.

Digamos que se vuelve indispensable desde los mismos datos que en torno al cambio climático la Comisión Económica para América Latina (Cepal) han generado y que llaman la atención sobre la importancia que las áreas verdes y/o naturales en la adaptación climática.

De las emisiones contaminantes, 67 por ciento provienen de las ciudades, lo que implica que no basta con planear el desarrollo urbano y construir estrategias estatales, sino también que cada una de las ciudades del estado pueda, desde la gestión municipal, construir una estrategia que le permita, en línea con la estratega estatal, asumirse como actora real y dinámica en la mitigación y adaptación del cambio climático.

Por otro lado, el 80 por ciento de la energía utilizada está destinada a las ciudades. Esto implica que las ciudades son consumidoras de energía y recursos y responsables de la mayor parte de la contaminación generada, por lo que su entorno, debe construirse a partir de la responsabilidad ambiental.

Además, el desarrollo urbano, en el caso de Hidalgo, se encuentra íntimamente ligado a la estrategia de cambio climático, porque de la manera en que se planee el crecimiento de la ciudad se hará válida o invalida la estrategia recién aprobada por el gobierno de Hidalgo y tan celebrada por el gobierno federal.

Las ciudades del estado están creciendo de manera desordenada, no se ha logrado por parte del gobierno de Hidalgo poner un alto a la venta indiscriminada de predios irregulares y a la creación de asentamientos humanos en áreas de importancia ecológica para las ciudades.

Por otro lado, la autorización de asentamientos humanos regulares por parte de la Secretaría de Obras Públicas y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales en ocasiones se hacen bajo condiciones de flexibilidad en torno a lo que áreas verdes se refiere.

El caso de Pachuca es emblemático, basta con recorrer el bulevar Santa Catarina para encontrar a gente ofreciendo predios a bajo costo frente a un gobierno que no hace nada, sino escudarse en supuestos jurídicos para justificar su silencio y su inacción.

¿De qué manera es útil la Estrategia de Cambio Climático frente a una realidad de esta naturaleza? ¿A quién le sirve? ¿Abona al bienestar de las personas? ¿De quién es responsabilidad el crecimiento desordenado de la ciudad?

Vaya, bastaría con que se diera un nombre, cualquiera, para decir no, no es verdad. Y no es verdad que sea responsabilidad de un nivel de gobierno, porque el cambio climático no entiende de competencias y porque al final del día es competencia de todos, ordenada y coordinadamente.

Hidalgo busca ser referente en el trabajo de mitigación y adaptación al cambio climático, pero para ser referente es indispensable que se logre un actuar armoniosos entre los niveles de gobierno y en este caso la Sedatu, la Semarnat y otras instancias tendrían que colaborar con sus pares estatales y municipales para detener este tipo de desarrollo que hace inviable la estrategia de cambio climático.

Pero… ¿Esto qué tiene que ver con las áreas verdes? Bueno, en primer lugar, sin un desarrollo urbano ordenado las áreas verdes en la ciudad se van reduciendo de manera peligrosa para los ciudadanos. Pero además de ello, la construcción de nuevos puentes de conexión vehicular aumentará el flujo de estos y el nivel de contaminación atmosférica.

Además, al considerar que el cambio climático es un problema de largo plazo, las ciudades y los gobiernos locales no han considerado inversiones de corto plazo, lo que profundiza uno de los más grandes obstáculos: la falta de información local en torno a los impactos negativos del cambio climático.

Las áreas verdes se constituyen en una extraordinaria oportunidad que, en el caso de Hidalgo se ha dejado de lado, al menos en Pachuca se han reducido las áreas verdes para realizar obras de infraestructura urbana orientada al uso del automóvil.

Otro problema es que la reducción de emisiones en el plano local reviste inversiones altísimas que no se están dispuestas a realizar, aun cuando si se explorara de manera pertinente, se podría catalogar un abanico de posibilidades que permitan mitigar los efectos del cambio climático y que se ajustarían fácilmente a su capacidad de gestión e inversión.

Las áreas verdes han sido la metáfora perfecta para señalar las imposibilidades de enfrentar el cambio climático con una estrategia operada en solitario, es fundamental establecer alianzas reales y operativas con los demás noveles de gobierno, pero también con los ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil.